En aquel mismo momento cantó el gallo por segunda vez, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo por segunda vez, me negarás tres veces.” Y se echó a llorar.

Marcos 14,72

Señor, en esta semana santa queremos renovar una vez más nuestra fidelidad y adhesión hacia Ti. Queremos acompañarte porque, al igual que tus apóstoles, te amamos, pero te negamos; te seguimos, pero nos desmoronamos en el sueño; te admiramos, pero no siempre es fácil seguirte de cerca.

Nos damos cuenta, Señor, que nuestra entrega no siempre es tan sincera, firme o suficientemente apasionada.

Hay muchos acontecimientos de nuestra sociedad que nos superan. Estamos despistados algunas veces, saturados otras tantas. Como los discípulos, tenemos miedo a ser señalados por ser cristianos, por ser de los suyos.

Como Pedro, ante Ti, Señor, reconocemos que somos frágiles. Nos asustan las horas amargas. Preferimos el licor dulce al cáliz amargo.

La tentación de tirar la toalla o de buscar el camino más fácil nos seduce y nos parece algo normal. Nuestras negaciones, en el fondo, son expresión de una fe poco convencida. No siempre formada. No siempre contrastada a la luz de tu Palabra.

Ayúdanos, Señor, a permanecer a tu lado en los momentos de tempestad. En los instantes en los cuales se nos reclama razón de nuestra fe. Ayúdanos, Señor, a que nuestra fe sea más sólida, más convencida,
y podamos comprender el sentido y el valor de tu entrega.

Ayúdanos a recordar que el dolor y la enfermedad, los conflictos y tribulaciones de la vida son parte integrante de nuestra existencia.

Por eso acudimos a ti para tomar postura y que nos enseñes a descubrir la manera más acertada y sana de vivir los momentos de adversidad.

Danos, Señor, la confianza necesaria para no abandonarte ni negarte jamás. Amén.

Mario Bernhardt

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