El Señor gobierna las lluvias; ¡el Señor gobierna cual rey eterno! El Señor da fuerza a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con paz.
Salmo 29,10-11
El texto de hoy posiblemente fue escrito para mostrar qué sentimientos deberían tener las personas en medio de tormentas o fuertes lluvias. Muchas veces, debido a los cambios provocados por las manos humanas en zonas donde existía un ecosistema establecido, una tormenta o una lluvia es suficiente para generar miedo, pérdidas e incluso muerte para quienes habitan la región.
En medio de todos los terrores de una tormenta, la mente del salmista estaba en calma. Él sabía que Dios estaba sosteniendo la creación, y esto lo llevó a confiar en el poder de Dios y a llenar su alma con visiones de adoración. No debemos temer la furia de los elementos cuando sabemos que están bajo el control absoluto de un ser de infinita bondad, verdad, misericordia y amor. Debemos temer la destrucción, la devastación y los cambios provocados por el ser humano, aún más cuando vivimos en lugares o espacios donde la creación no fue respetada; ahí, no sabemos las consecuencias de los fenómenos naturales.
La responsabilidad de la manutención de la creación es una tarea compartida entre el creador y las criaturas que coexisten en este mundo. El salmista alaba a Dios porque, más allá del temor que puede generar una tormenta, confía en que es lo necesario para la tierra y su sustento. La alabanza surge de la gratitud a Dios, quien es fiel en su propósito de amor y cuidado por su creación.
Oración: Dios de la creación, ayúdanos a mantener tu obra con respeto y fidelidad al ciclo de la vida, otorgado por tu gran amor. Amén.
Paulo Eduardo Siebra Andrade