Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.
Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues en Cristo nos ha bendecido en los cielos con toda clase de bendiciones espirituales.

Efesios 1,2-3

El apóstol Pablo saluda a través de su carta al pueblo de Éfeso, que pertenece al pueblo santo unido a Cristo Jesús invocando al Dios trino, para que derramen su gracia y paz con la seguridad de que serán bendecidos.
Gracia, paz y bendición tres palabras que tienen fuerte connotación en cualquier lugar que se digan.
Sin embargo, para los creyentes tienen un plus en la actualidad, al igual que en aquellas épocas en que las utilizó el apóstol.
Pablo tomó estas dos palabras, gracia y paz que constituían un saludo común de la época y les dio un significado hermoso, elevándolas a las alturas.
La gracia de Dios es el medio por el cual Él nos salvó. Usted debe conocer la gracia de Dios antes de poder experimentar la paz de Dios. Pablo siempre las mencionó en ese orden, la gracia antes que la paz. Como dijo también Pablo en Romanos 5,1: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
Y finalmente la bendición que nos sostiene y alimenta con gracia y paz.
Qué importante es que, justificados por la fe, podamos conjugar gracia, paz y bendiciones en nuestras vidas todos los días.
Dios es poderoso y quiere ayudarnos a fin que tengamos la gracia; de dar y sus bendiciones no habrán de faltarnos, si somos constantes en el ofrendar.” (Canto y Fe Nº 122)

María Esther Norval

Efesios 1,1-6

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