Días y años nos has afligido, nos has hecho sufrir; ¡devuélvenos ahora ese tiempo en alegría! ¡Sean manifiestas tus obras a tus siervos, y tu esplendor a sus descendientes! Que la belleza del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros. Confirma en nosotros la obra de nuestras manos; sí, confirma la obra de nuestras manos.
Salmo 90,15-17

El libro de los Salmos es una colección de cánticos, poemas sagrados -alabanzas y oraciones-, que tratan sobre las luchas, esperanzas y toda suerte de calamidades y sufrimientos por las que ha atravesado el pueblo de Israel. Los versículos seleccionados para esta reflexión pertenecen a Moisés y en ellos refleja una súplica colectiva, es decir, una petición a Dios por una alegría tan prolongada como sus años de angustia.
Con esta oración, Moisés clama al Señor por su misericordia ya que su pueblo vivía la crisis del exilio. Lo que debería haber sido un viaje relativamente corto de Egipto a Israel resultó ser una marcha de 40 años de derrota, desánimo y muerte. Por tanto, la lección durante este tiempo fue aprender a vivir con fe y con un propósito mayor que es el de la eternidad.
Este salmo nos enseña a no ignorar el dolor de nuestras vidas y lo que sucede en lo cotidiano, pero al mismo tiempo, invita a renovar las esperanzas de caminar adelante y de buscar la bendición de Dios en todo lo que hacemos. Sólo con la confianza plena en Dios podremos sostenernos y entender la brevedad de lo humano. Es él quien tiene una aspiración más grande para sus hijos y con ello nos invita a reflexionar y a agradecer. En tu nombre, amén.
Salmo 90,15-17

Silvana Esther Lauphan

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