Viendo Jesús una higuera cerca del camino, vino a ella y no halló nada en ella, sino hojas solamente; y le dijo: “Nunca jamás nazca de ti fruto.” Y luego se secó la higuera.

Mateo 21,19

El versículo leído pertenece al pasaje de Mateo 21,18-22 que nos muestra un Jesús humano; siente hambre, y pierde la paciencia como cualquier persona. Aun así, el Señor aprovecha la situación para transmitir una enseñanza a los discípulos, y lo hace mediante un hecho simbólico condenando a la higuera por mostrar que está teniendo un comportamiento estéril.

Los estudiosos nos cuentan en sus libros que la higuera es el único árbol que da frutos dos veces al año. Entonces, si ha sido creada para dar mucho, ¿por qué ésta de la Biblia no da nada? ¿Qué le estaba pasando que no cumplía con lo que tenía como misión en la vida? Termina el pasaje relatando que por su inoperancia se secó. Algo semejante a lo que sucede en nuestro cuerpo, si a un miembro se lo deja de usar, se atrofia…

Del mismo modo, en la Iglesia (‘cuerpo’ de Cristo) en que hay muchos miembros, si alguno se vuelve inoperante y no da los frutos que el Señor pasará a buscar en cualquier momento, será quitado de donde se encuentre.

Creo que como enseñanza es muy fuerte, y debemos darle mucho crédito. El Señor espera de cada uno de nosotros, los cristianos, mucho fruto.

Cuando venga a buscar en mí, ¿qué encontrará? ¿Qué me dirá? ¿Me habré vuelto estéril por no usar mis dones dados por él? Quiera el Señor que a cada uno de nosotros nos diga la bíblica frase: “Bien, buen sirvo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor”. (Mateo 25,21)

Alicia S. Gonnet

Mateo 21,18-22

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print