Martes 9 de abril

Yo me acuesto tranquilo y me duermo enseguida, pues tú, Señor, me haces vivir confiado”.
Salmo 4,8

Este versículo del Salmo 4 nos revela que el tema del insomnio, la incapacidad para dormir, no es algo nuevo ni exclusivo de la actualidad, como a menudo se intenta retratar.
El libro de los Salmos tiene más de 2.000 años de antigüedad y nos muestra que desde siempre, el ser humano se ha preocupado por sus asuntos, algunos de los cuales llegan a quitarle literalmente el sueño. En muchas ocasiones, se ha recurrido a medicamentos, pastillas para dormir o remedios naturales con el fin de lograr una mayor tranquilidad y descanso.

El salmista ha encontrado una solución a esta dificultad: confiar en el Señor. Es como si dijera: «Señor, en tus manos dejo todas mis preocupaciones y duermo en paz.» En realidad, las dificultades, problemas o desafíos de la vida no solo afectan nuestro sueño, sino que también pueden llevar a que muchas personas vivan estresadas las 24 horas del día.

Hermanos y hermanas, a lo largo de nuestra vida, experimentamos distintos momentos: en ocasiones todo marcha de maravilla en todas las áreas, en otras no tanto y en algunas enfrentamos dificultades significativas. Sin embargo, es innegable que la confianza en Dios, reconociendo que Él está al tanto de nuestros problemas y que desea brindarnos ayuda de alguna manera, debe ser una elección fundamental en nuestra vida de fe. No podemos hacer todo nosotros; la cuestión es, ¿qué permitimos que Dios haga por nosotros? ¿En qué parte de nuestra rutina le otorgamos espacio para que participe en nuestra vida, incluso en los desafíos que enfrentamos?

Te deseo que cada noche, al ir a descansar, puedas confiar en Dios de tal manera que tu descanso sea verdaderamente reparador y permitas que Él sea plenamente Dios para ti.

Armando Weiss
Salmo 4,3-8
Temas: fe, confianza

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print