Miércoles 1 de enero

Año Nuevo

 

El Señor te bendiga y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.

 

Números 6,24-26

 

Si alguna vez asistió a un culto en la Iglesia Evangélica del Río de la Plata o si participa regularmente en ellos, es muy probable que al finalizar haya recibido estas palabras de bendición.
Esta se conoce como la bendición aarónica, pues fue Aarón quien recibió de Moisés el encargo del Señor de transmitirla al pueblo de Israel que peregrinaba en el desierto en busca de la tierra prometida.
Son palabras muy hermosas y poderosas que expresan con profundidad la gracia de Dios al ofrecer a su pueblo el cuidado, la aceptación, la misericordia y la paz, tan necesarios para la vida.
En medio de las dificultades, incertidumbres y preocupaciones que enfrentamos cada día, la bendición de Dios se convierte en una promesa de seguridad. Estamos bajo su amparo y buena voluntad, confiando en que Él nos mira con amor y misericordia, y nos brinda su cuidado y paz. Esta promesa nos calma, aclara nuestra visión, nos libera de la inquietud que produce el deseo insatisfecho, y también restaura y repara nuestros vínculos.
Es por ello, estimada hermana, estimado hermano, que comparto contigo esta bendición y ruego al Señor que alcance tu vida. Que recibas del Señor aquello que Él tiene preparado y prometido para ti, y que tu presencia, obras y pensamientos sean de bendición allí donde estés y entre quienes te rodean. Amén.

 

Leonardo Schindler

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