Miércoles de Cenizas
¿No se venden cinco pajarillos por dos moneditas? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. En cuanto a ustedes mismos, hasta los cabellos de la cabeza Dios los tiene contados uno por uno. Así que no tengan miedo: ustedes valen más que muchos pajarillos.
Lucas 12,6-7
No sé si hoy participarás de una celebración en tu iglesia, en la que en un determinado momento te adelantarás, te arrodillarás ante el altar y el ministro o la ministra te impondrá cenizas trazando una cruz sobre tu frente al tiempo que dirá: “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. Es una práctica que tiene su origen en la tradición judía, de cubrirse de ropas ásperas y ceniza en señal de arrepentimiento y dolor, mencionada por Jesús en sus reproches contra las ciudades incrédulas (véanse Mateo 11,21 y Lucas 10,13).
Sea o no que alguien marque en nuestras frentes una cruz de ceniza, la idea es que hoy nos detengamos a pensar en nuestra fragilidad y en el hecho que tendremos que morir. Lo maravilloso es que, no obstante eso, no somos un mero accidente cósmico sin ningún significado. El mismo Dios que no olvida a esos pajarillos por los que una mujer pobre quizás pagó todo lo que tenía para alimentar a sus hijos, también nos acompañó a vos y a mí hasta aquí y promete seguir haciéndolo. Le importamos a Dios. No le es indiferente lo que hagamos. Dios quiere que asumamos nuestros errores y nos propongamos enmendarlos. Dios quiere que nos acordemos de algunas de las personas que son parte de nuestras vidas, aun en el caso que estén fallecidas, y que lo hagamos con gratitud.
Andrés Roberto Albertsen
Lucas 12,1-12