Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo vino sobre todos los que escuchaban su mensaje. Y los creyentes procedentes del judaísmo que habían llegado con Pedro, se quedaron admirados de que el Espíritu Santo fuera dado también a los que no eran judíos, pues los oían hablar en lenguas extrañas y alabar a Dios.
Hechos 10,44-46
¡Qué mensaje tan poderoso y lleno del infinito amor de Dios para cada uno de nosotros! Es un hermoso regalo que el Padre nos ha otorgado, quizás incluso sin que lo mereciéramos. Nos brindó una línea de comunicación directa, sin límites ni costos, una línea que permanece abierta las 24 horas del día, los siete días de la semana. Entonces, la interrogante es la siguiente: ¿Con qué frecuencia recurrimos a esta línea para escucharlo? ¿Cuántas veces utilizamos este canal sagrado para mantener un contacto santo y puro con nuestro Señor, el pueblo que ha sido escogido por Él?
En realidad, la conexión está en nuestras manos, depende de cuánto deseo pongamos en escuchar su mensaje y vivir en armonía con él. Los frutos del Espíritu pueden manifestarse en nuestras vidas y conferir un propósito significativo a nuestra existencia, ya que son ellos los que infunden la esencia y el verdadero significado de la obra divina en nuestro ser. Este mismo Espíritu, que nos brinda la Paz, nos libera de las cargas del consumismo del mundo y nos permite contemplar nuestro entorno con una perspectiva distinta.
Que Él nos guíe a utilizar esta línea abierta, que nuestro buen Dios nos oriente con su Espíritu en el sendero del amor y la solidaridad, que su Espíritu produzca frutos abundantes en nuestras vidas. Amén.

Iris A. Reckziegel

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