Porque los ídolos dan respuestas vanas, y los adivinos ven visiones engañosas, relatan sueños quiméricos y dan consuelos ilusorios. Por eso la gente ha partido como un rebaño, están afligidos porque no tienen pastor.

Zacarías 10,2

El profeta nos alerta desde aquellos días hasta hoy: “Los ídolos dan respuestas vanas y los adivinos ven visiones engañosas…” Los ídolos no nos crean fe, los vemos los tocamos, nos fascinan, Dios dará, Dios traerá, Dios sanará… toca aquí, lee esto, pides aquello, dale lo tuyo y él te retribuirá, hará caer tus enemigos… Él nos promete y nada, esperamos y nada, nos quedamos sin nada, vacíos.

Lloverán bendiciones sobre nosotros; vi ángeles viniendo sobre la ciudad sanando, ya veo venir los caballos del apocalipsis bajando sobre la ciudad, tenemos miedo, clamamos a Dios por misericordia. Y Dios no dio, no trajo, no sanó, toqué, leí, pedí y nada, silencio, decepción. Y así el pueblo desorientado vaga incierto.

Claro, los ídolos fueron reemplazados por nuevos: un paño por una piedra, tierra de Israel por agua del Jordán. Los visionarios tienen nuevas visiones que nos hacen olvidar las que ayer no se cumplieron.

El Rey humilde y justo nos pide amor, al hermano y al prójimo y, cuando así lo hagamos, entonces Él estará en medio nuestro siendo nuestro guía, pastor, Rey.

Hermanos: Ni ídolos ni visionarios; sigamos al humilde y justo Rey que estará guiándonos como su pueblo. Puestos los ojos en Jesús, iniciador y consumador de nuestra fe (Hebreos 12,2-4). Amén.

Atilio Hunzicker

Zacarías 10,1-12

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