El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro el corazón.
1 Samuel 16: 7

El texto de hoy nos habla de Samuel, cuando debe ungir a un nuevo rey en lugar de Saúl y Dios lo envía a casa de Jesé.
Samuel, se fija en la apariencia de los hijos de Jesé, al momento de realizar la elección, pero Dios le dice que El se fija en el corazón, no en las apariencias.
Hoy en día, nuestra sociedad, también se guía mucho por las apariencias, la imagen que las personas proyectan, se admira la belleza exterior y también hay muchos prejuicios, por la forma de vestir, de hablar, la talla y se olvida lo principal, la belleza interior de las personas. Dios tiene en cuenta si nuestro corazón es noble, bondadoso, solidario, si está lleno de amor desinteresado, que se brinda a los demás, con los más puros sentimientos, dispuesto siempre a ayudar al prójimo, a extender sus brazos y socorrer al necesitado, a dar un abrazo al que se siente triste y solo, que busca la paz, que piensa en los demás, antes que en sí mismo; un corazón agradecido por todo lo que Dios nos da, un corazón sincero, justo y sabio, para discernir entre lo bueno y lo malo, un corazón generoso, que alaba a Dios.
“Querido Dios, habita en nuestros corazones, que a través de ti, podamos mirar, vivir y ser testigos de tu amor, pero sobre todo, danos un corazón grande para amar.” Que así sea, Amén.

Iris Bender

1 Samuel 16: 1-7

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