Verdaderamente él soportó todos nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores.
Isaías 53,4b

Cuando el Evangelio de Juan comienza diciendo que la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1,14a), expresa ese profundo compromiso de Dios con su creación,
que lo llevó a sufrir con los sufrientes,
a tener compasión de los dolidos,
y a cargarnos a todos y todas en sus manos.
Jesús camino con los humildes,
los que estaban al costado del camino,
a las afueras del templo, pidiendo ser sanados, o un poco de compasión…
Jesús sigue caminando con quienes lo necesitan,
con los pueblos originarios desplazados de sus territorios,
con las minorías diversas perseguidas por su género,
con las mujeres, niños y niñas víctimas de femicidios,
con los exiliados políticos y económicos de este planeta,
con los trabajadores cuyos derechos se han perdido,
con las personas en situación de calle,
con las personas con discapacidad que sufren discriminación…
Jesús sigue soportando el sufrimiento de cada una de nosotras y cada uno de nosotros,
nos carga en sus manos y nos sostiene cuando ya no podemos más…
Sólo quienes hemos necesitado esa presencia de Dios,
quienes hemos atravesado por valles sombríos,
los que alguna vez añoramos ser sostenidos por su mano,
los que fuimos rescatados de nuestro dolor…
Nosotros somos testigos, y estamos aquí para anunciarnos unxs a otrxs:
“Porque Él entró en el mundo y en la historia; porque Él quebró el silencio y la agonía; porque llenó la tierra de su gloria; porque fue luz en nuestra noche fría.” (Canto y Fe N° 223)

Peter Rochón

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