El Señor se dirigió por segunda vez a Jonás, y le dijo: “Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia lo que te voy a decir”.
Jonás 3,1-2
Jonás fue elegido por Dios para llevar su mensaje a la ciudad de Nínive. En el primer llamado, intentó escaparse e ir muy lejos, pero en el segundo llamado aceptó la misión que Dios le encomendó. Aunque desconocemos las razones exactas que lo llevaron a resistirse al llamado de Dios, es posible que temiera enfrentarse solo a personas desconocidas y llenas de maldad.
Hoy en día, las buenas noticias de nuestro Señor siguen estando vigentes, y representan luz y esperanza para toda la humanidad. Ahora somos nosotros los que tenemos la misión de llevar este mensaje de amor, bondad, humildad y solidaridad que nos trajo Jesús a todos los confines de la tierra. A diferencia de Jonás, contamos con muchos medios para hacerlo, incluso sin abandonar la seguridad de nuestro hogar. Las redes sociales, el internet y otras plataformas virtuales nos permiten ser portadores de esta verdad, de esta luz que transforma todo, que es la palabra de Dios.
Martín Lutero aprovechó el surgimiento de la imprenta para dar impulso a la Reforma. De manera similar, hoy en día, nosotros también podemos apoyarnos en las nuevas tecnologías para llevar la buena noticia de Cristo Jesús y recibirla también. A través de estas nuevas plataformas, somos testigos y experimentamos imágenes de guerra, muerte, destrucción y dolor.
Seamos los Jonás de hoy y llevemos el mensaje de Jesús, ya que hay tantas personas que lo necesitan en la soledad de sus vidas. Son muchos los que anhelan sentir un abrazo de consuelo, cuidado y amor. Todo esto y mucho más lo podemos obtener de Jesús o darlo a otros.
Fabian Pagel