Apareció en el cielo una gran señal: una mujer envuelta en el sol como en un vestido, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en la cabeza.

Apocalipsis 12,1

El libro del Apocalipsis forma parte de toda una literatura apocalíptica, cuyo fin consistía en sostener la fe del pueblo y asegurarle la victoria final de Dios sobre sus enemigos, en tiempos de grandes sufrimientos y desánimos.
Su lenguaje tan complejo constituye una metáfora acerca de la lucha entre el bien y el mal.
Como cada libro de la Biblia, fue escrito en un contexto determinado y para un público específico, pero también tiene mucho para decirnos a nosotros/as hoy.
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer…” ¿Por qué una mujer sería una gran señal? Esta en particular aparentemente estaría vestida como reina, puesta en lo alto, en un lugar de gran valor…
Pero esta mujer del relato sufría, y fue atacada, humillada, privada de su hijo, exiliada, perseguida…
Sin embargo, al final del relato, aparece la figura protectora y provisora de Dios, cuidando de ella.
Este texto cargado de simbolismo puede ser leído de múltiples formas, pero destaca siempre la figura de la mujer.
Es admirable, porque la mujer aún hoy no suele aparecer en lugares destacados… No aparece sino a la sombra, siempre luchando por hacerse un lugar… Siempre sufriente, atacada, humillada, privada, exiliada, perseguida.
Pero Dios nos tiene preparado un lugar.
Que esta mención tan especial nos ayude a reflexionar acerca de la situación actual de las mujeres, acerca de sus múltiples padecimientos, y nos invite a tomar una postura activa de defensa de sus derechos y de construcción de un mundo más igualitario, con “un lugar” para todas y todos.

Deborah Verónica Cirigliano Heffel

Apocalipsis 12,1-6

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