Todos ustedes, los que tienen sed: Vengan a las aguas.
Isaías 55, 1-3a
!Cuánto se pierde por miedo a perder!
Perder oportunidades en la vida y quedar estancados, perder relaciones por habernos equivocado, perder momentos con las personas que están cerca de nosotros.
Pierde el joven, que, por miedo a ser rechazado por la muchacha, se aleja y termina solo.
Pierde el emprendedor que, a pesar de conocer la técnica y tener las condiciones y la economía necesaria, no se anima a comenzar algo nuevo por temor a fracasar.
Y tantos otros, que por miedo a perder vaya a saber qué cosa, nunca se animan a disfrutar de su dinero y de sus bienes, viviendo de modo mezquino, por temor a cosas que no sabe ni siquiera muy bien cuáles son.
El miedo a perder se transforma así en una cárcel y en un bloqueo mental muy poderoso. En todo ese proceso, quizás deberíamos pensar cuántas cosas terminamos perdiendo, por miedo a perder
Isaías invita a quienes tienen sed a “ir a las aguas”. Imposible no hacer un paralelo con las palabras de Jesús que refiere a su persona como aquel que invita a beber el agua que no volverá a dar sed.
Ante este tiempo de miedo y temor, esto se convierte en una esperanza y una fortaleza, porque más allá de nuestras fuerzas, que a menudo se debilitan, la promesa del sostén y la vida renovada, viene de los labios del Señor.
Eugenio Albrecht