Si nos construimos un altar para alejarnos del Señor o para ofrecer en él holocaustos, oblaciones y sacrificios de comunión, que el mismo Señor nos pida cuenta. En realidad, lo hicimos por temor, pensando que el día de mañana los hijos de ustedes podrían decir a los nuestros: “¿Qué tienen que ver ustedes con el Señor, el Dios de Israel?”

Josué 22,23-24

El texto de hoy sigue con la defensa de los que no estaban en Canaán, y habían hecho un altar del otro lado del Jordán. Hay una parte de la defensa que dice: Lo hicimos por temor. No temor a Dios, sino por temor a que los de Canaán los desconozcan, los rechacen, no los acepten… En realidad, esta causa era espuria: ellos no levantaron el altar a Dios, sino por temor a los otros; temían más a los hombres que a Dios.

Hermanas y hermanos: cuántas construcciones en honor a Dios hay en nuestras ciudades, pueblos y hasta en el campo, ¿podremos dar cuenta del por qué están allí, qué los movió a hacerlos?
Hay catedrales, templos, salones, capillas, ostentosas y humildes, algunas que invitan al recogimiento y otras producen rechazo. La pregunta es si cada una de la comunidades que han construido algo, grande o pequeño, lo han hecho para la gloria de Dios.

Tenemos la oportunidad de reflexionar y ver nuestra profunda intención al hacer algo en honor a Dios y no a los hombres. Y también podemos modificar aún el destino de lo que hemos hecho, para que sea realmente al servicio del Reino de Dios. Amén.

Atilio Hunzicker

Josué 22,21-34

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