Miércoles de Cenizas

¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡más las señales de los tiempos no podéis! La generación mala y adúltera demanda señal, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Y dejándolos, se fue.

Mateo 16,3b-4

Para comprender la profundidad de las palabras del Señor a sus discípulos y a los delegados de fariseos y saduceos, tenemos que empezar entendiendo que es “la señal de Jonás”. Releyendo el contenido del libro del profeta hijo de Amitai, a quien Dios le entregó la misión de predicar a los ninivitas (grandes enemigos de los judíos) notamos que Jonás era una señal de destrucción y muerte. La enseñanza que vemos en Mateo capítulo dieciséis está como insertada en una preparación que Jesús hace a los suyos (y a nosotros hoy) para los tiempos que se avecinan de su pasión y muerte. Para los contemporáneos de Jesús fue el anuncio de una muerte redentora; es decir, si lo aceptaban como su Señor… ¿Y para nosotros? ¿Qué señal es?
¡Quiera Dios que hayamos comprendido! Porque leyendo su palabra observamos que en los mensajes del profeta y el evangelista encontramos paz al conocer lo que el Señor hizo y hace por nosotros.
Esa maravillosa paz que puja todo entendimiento cuando hayamos aceptado al Señor, y esa paz será nuestra señal.
Yo te busqué, Señor, más descubrí que tú impulsabas mi alma en ese afán, que no era yo quien te encontraba a ti, tú me encontraste a mí. (Cántico Nuevo Nº 32)

Alicia S. Gonnet

Salmo 51,1-18; Joel 2,1-2.12-17; 2 Corintios 5,20b-6,10; Mateo 6,1-6.16-21
Agenda Evangélica: Salmo 51,3-6.11-14; Joel 2,12-19; 2 Pedro 1,2-11; Mateo 6,16-21; Éxodo 32,1-6.15-20 (P)

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