Quien no se preocupa de los suyos, especialmente de los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que el que no cree.
1 Timoteo 5,8
Ay de aquellos que señalan con el dedo cuatro le apuntan a sí mismo…
Ay de los que piden a otros lo que ellos no practican…
Ay de aquellos que son bondadosos con los demás y a los suyos maltratan…
Ay de aquellos que siempre dicen “hay que…” mientras ellos carecen de misericordia…
Dicen sí, sí,
pero hacen lo contrario.
Si no amas a los tuyos nadie creerá lo que dices
por más hermosas que sean tus palabras.
Cuida de no borrar con el codo aquello que con la mano escribes.
Juan Pedro Schaad