Dentro de poco, ustedes ya no me verán, pero un poco más tarde me volverán a ver.
Juan 16,16
Lo que acaban de leer en el texto bíblico son palabras de Jesús, que dejaron desconcertados a los discípulos. Ellos no entendían cómo Jesús los dejaba solos y al tiempo volvería a estar de nuevo. Fueron dos momentos distintos para los seguidores de Jesús. Su muerte y resurrección. Tristeza y alegría. Desconcierto y esperanza…
¿A usted no le suelen suceder cosas semejantes? Al recibir una noticia desagradable nos entristecemos, y esto nos lleva a pensar en las peores situaciones. El tiempo pasa y comenzamos a ver las cosas desde otro ángulo y la esperanza vuelve a estar de nuestro lado. La fe juega un papel importante en la persona que tiene su vida entregada a nuestro Señor, porque siente que no está sola y que ese ser superior la fortalece, aún en las debilidades. Dios susurra al oído del doliente dándole ánimo e incentivándolo a continuar en la lucha diaria.
Sara, quien estaba haciendo quimioterapia y luchando con su cáncer, comentaba en una charla que Dios era quien la mantenía firme y con entereza para llevar su familia adelante. Dios era su contención y apoyo. Ante tales situaciones logramos ver y descubrir a ese Jesús esperanzador en los momentos más difíciles. Él siempre está dispuesto a ayudarnos. Sólo falta que se lo pidamos. Esta en usted, en mí, pedírselo… Amén.
Darío Dorsch
Juan 16,16-24