Santo, santo, santo es el Señor todopoderoso; toda la tierra está llena de su gloria. Al resonar esta voz las puertas del templo temblaron y el templo mismo se llenó de humo.
Isaías 6,3-4
La visión que Isaías experimenta en el momento de su llamado por Dios es impactante: ve a Dios sentado en un trono, y sobre Él hay seres como de fuego con alas, que proclamaban la frase que encabeza esta reflexión…
La experiencia del encuentro del profeta con Dios no se ajusta a ningún estereotipo ni parámetro preestablecido, es única e irrepetible. Lo que nos enseña no es su forma, sino la actitud del profeta que agudiza sus sentidos para participar y recibir la experiencia. Isaías activa su atención para percatarse, afina su vista para distinguir y observar, y también agudiza su audición para escuchar lo que los seres como de fuego se decían…
Esto nos habla de la disposición que también debemos tener al buscar el encuentro y la vivencia personal con Dios. Debemos abrir nuestros sentidos, nuestra mente y nuestro corazón para reconocer las manifestaciones del poder de Dios y su llamado en nuestras vidas. Nadie puede esperar tener un encuentro con Dios si lo aborda desde la negación, la indiferencia, el bloqueo o la apatía. Tampoco existe un guión preestablecido que nos indique cómo lograrlo. El encuentro es simplemente único y completamente personal, tan profundo que a partir de entonces, nada será igual.
Que Dios nos abra a esa experiencia para juntos poder exclamar su grandeza, santidad y reconocer que toda la tierra está llena de su gloria. Amén.
Hilario Tech