Miércoles 24 de abril

Fue humillado, y no se le hizo justicia; ¿quién podrá hablar de su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra.
Hechos 8,33

En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles, se hace referencia al texto de Isaías 53,7-8. Los Hechos nos relatan el encuentro de un etíope interesado en la lectura del profeta, quien solicita la ayuda de Felipe para interpretar el texto. El etíope desea comprender si el profeta está hablando de sí mismo o de otra persona.

Felipe tiene la oportunidad de explicar y hablar de Jesús al etíope, destacando que Isaías profetizó la llegada del Cristo, la presencia de Dios mismo que se concretó en la figura de Jesús. Jesús fue humillado, condenado injustamente y crucificado, pero todo esto tenía un propósito dentro del plan divino. Él fue el cordero que cargó con la cruz; su vida estuvo marcada por la miseria humana y padeció los pecados de la humanidad desde el mismo momento de su concepción. Todo esto no ocurrió en vano, sino con el fin de manifestar la gloria y la gracia de Dios a través de su vida, y mediante su sacrificio, liberarnos del pecado.

Felipe se siente motivado a compartir la buena noticia, y este mismo llamado llega a todos nosotros. Podemos dar a conocer lo que Dios hizo por cada uno de nosotros a través de Cristo: cargando con la cruz de nuestros pecados, entregando su vida y permitiéndonos participar en su muerte y resurrección para que podamos ser liberados del pecado, vivir la Gracia de Dios en nuestras vidas.

Carlos Kozel

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