Nochebuena
Y allí nació su primer hijo, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el establo, porque no había alojamiento para ellos en el mesón.
Lucas 2,12
¡El niño Jesús nació! ¡La noche pasó y el mundo se llenó de luz, esperanza y paz! La buena noticia del inmenso amor de Dios vino envuelta en pañales en un establo. El niño Jesús, Rey y Salvador, será rodeado allí, en un humilde pesebre, por los primeros en creer que Dios ha cumplido sus promesas. Y Él nos anuncia de este modo que hemos de encontrarnos con su Hijo, con fe, en lo humilde y con humildad de corazón.
Celebramos el nacimiento del Niño Dios y nos alegramos porque desde ahora se nos da a conocer quién será Jesús para la gente y cuán cerca estará de quienes esperan la salvación de Dios y su reino.
En Nochebuena y Navidad, los niños son los partícipes principales. Las familias se acercan con sus criaturas al templo, el salón o la casa. Todos esperamos las representaciones, canciones, poemas y la participación activa de los chicos en la fiesta. Los pequeños mensajeros del nacimiento de Jesús son, aunque tal vez no lo sepan, parte del mensaje; porque de ellos recibimos de nuevo la invitación de nuestro Dios a despojarnos de todo aquello que nos hace “grandes” y a volvernos niños, para poder recibir a Jesús y su mensaje de corazón. Damos gracias a Dios por poder celebrar con alegría y fe la Navidad y damos gracias también cuando Él nos devuelve un espíritu sencillo y humilde para sentir la presencia de Jesús en nuestras vidas y tomar en cuenta sus enseñanzas. Amén.
Delcio Källsten