Salmo 98

¡Cantemos al Señor un cántico nuevo
por las proezas que ha realizado!
¡Con su diestra, con su santo brazo,
ha alcanzado la victoria!

El Señor ha dado a conocer su salvación;
¡ha revelado su justicia ante todas las naciones!
Se ha acordado de su misericordia y su verdad
en favor del pueblo de Israel;
¡Todos los confines de la tierra son testigos
de que nuestro Dios nos ha salvado!

¡Canten alegres al Señor,
habitantes de toda la tierra!
¡Levanten la voz, aplaudan y canten salmos!
¡Canten salmos al Señor al son del arpa!
¡Al son del arpa eleven sus cantos!
¡Vengan a la presencia del Señor, nuestro Rey,
y aclámenlo al son de trompetas y bocinas!

¡Que brame el mar y su plenitud,
y el mundo y todos sus habitantes!
¡Que aclamen al Señor los ríos,
y que todos los montes se regocijen!
El Señor viene a juzgar la tierra,
y juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con rectitud.

Isaías 52, 7-10

¡Cuán hermosos son, sobre los montes, los pies del que trae buenas nuevas! Los pies del que anuncia la paz, del que trae buenas noticias, del que anuncia salvación, del que le dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»

¡Tus atalayas dejan oír su voz! ¡Al unísono lanzan voces de júbilo! ¡Con sus propios ojos ven que el Señor vuelve a Sión! Páramos de Jerusalén, ¡canten alabanzas y alégrense a una voz! ¡El Señor ha consolado a su pueblo, ha redimido a Jerusalén! 10 El Señor ha desnudado su santo brazo a la vista de todas las naciones, y todos los confines de la tierra verán la salvación de nuestro Dios.

Hebreos 1, 1-6

Dios, que muchas veces y de distintas maneras habló en otros tiempos a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo. Él es el resplandor de la gloria de Dios. Es la imagen misma de lo que Dios es. Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Después de llevar a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la derecha de la Majestad, en las alturas, y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido un nombre más sublime que el de ellos.

Porque jamás dijo Dios a ninguno de sus ángeles:

«Tú eres mi Hijo.
Yo te he engendrado hoy.»

Ni tampoco:

«Yo seré su Padre,
y él será mi hijo.»

Además, cuando Dios introduce al Primogénito en el mundo, dice:

«Que lo adoren todos los ángeles de Dios.»

Juan 1, 1-14

En el principio ya existía la Palabra.
La Palabra estaba con Dios,
y Dios mismo era la Palabra.[a]
La Palabra estaba en el principio con Dios.
Por ella fueron hechas todas las cosas.
Sin ella nada fue hecho
de lo que ha sido hecho.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de la humanidad.
La luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino por testimonio, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él. Él no era la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.

La Palabra, la luz verdadera,
la que alumbra a todo hombre,
venía a este mundo.
10 En el mundo estaba,
y el mundo fue hecho por ella,
pero el mundo no la conoció.
11 La Palabra vino a lo suyo,
pero los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su nombre,
les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre,
ni de voluntad de carne,
ni de voluntad de varón,
sino de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne,
y habitó entre nosotros, y vimos su gloria
(la gloria que corresponde al unigénito del Padre),
llena de gracia y de verdad.

Agenda Evangélica: Salmo 96,1-3.7-13; Isaías 52,7-10; Tito 3,4-7; Juan 1,1-5.9-14(16-18) (P)

magbo system