Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién iremos? Tus palabras son palabras de vida eterna.

Juan 6. 68

La respuesta de Simón Pedro está compuesta por una pregunta que tiene respuesta y que él lo sabe. Jesús tiene palabras de vida eterna. Es exactamente lo que hizo Pedro. Escuchó lo que tenía que decir, vio todo lo que Jesús hizo y él trató de caminar en sus pasos en la vida cotidiana. El último aspecto de la respuesta de Pedro es realmente la primera declaración de fe. Está escrito en forma de pregunta a Jesús: Señor, ¿a quién iremos? En realidad se trata de un reconocimiento: “¡Señor, no hay otro lugar para nosotros!”

¿Dónde encontrar palabras de vida? Vivimos en una sociedad en la que se nos ofrece de todo, hay una gran diversidad de ofrecimientos para calmar nuestras ansiedades, nuestros vacíos. Por eso creo que hay que desconfiar de aquellos que ofrecen y venden la felicidad a un precio barato. Cuando algo es barato, siempre hay que abrir los ojos. Ninguna felicidad verdadera es barata.

En el relato propuesto, hay situaciones adversas, las cosas no salen como se esperaba, hay desconfianza, murmuraciones, algunos seguidores de Jesús dejan de hacerlo; algunos sólo alimentan la vida esperando milagros visibles, audibles. Buscan la felicidad barata de los milagros, de los panes, de los peces, entre otras cosas. Y ¿a dónde iremos, qué buscaremos? Que nuestra decisión pueda basarse en las palabras de Jesús que dan vida a nuestro caminar diario. Son palabras que acompañan en medio de las alegrías, como seguramente también en medio del dolor, las lágrimas, las injusticias; en medio de lo que nos toca vivir.

Señor, danos tus palabras que calman nuestra hambre y sed de vida, de vida plena.

Mario Gonzáles

Juan 6,60-71               

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