Luego se fueron al Monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó, y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte cuándo iba a ocurrir esto y cuál sería la señal de que todo esto estaría para llegar a su término.

Jesús les contestó: “Tengan cuidado de que nadie los engañe. Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: ‘Yo soy’, y engañarán a mucha gente.”

Marcos 13,3-6

Estamos hoy frente a las adversidades del cambio climático que azota a la tierra en una guerra no entre naciones sino en destrucción directa contra la naturaleza. Hay en esta era un incremento e intensidad y frecuencias de calamidades. Y a pesar de todo ello continuamos adorando a falsos dioses que nos conducen a estas catástrofes, dioses como la codicia y la avaricia, el dios dinero que nos ciega y sumerge en una imaginaria felicidad. Felicidad frugal y timbera que destruye nuestra casa común, hipotecando así el lugar de nuestros hermanos y hermanas, de nuestros hijos e hijas.

Jesús dijo: “Catástrofes sucederán, pero éstas no señalan el fin.” Nos señala que algo estamos haciendo mal como seres humanos, como cristianos. Y es necesario replantearnos nuestra manera de vivir en relación con nuestro planeta. Reaccionar y proteger la biodiversidad para seguir aquí, al igual que las fuentes de energía renovables, debemos potenciar el reciclaje y un consumo sostenible, necesitamos controlar la contaminación, la deforestación entre otros.

Asumir ese rol de ser agentes de preservación del planeta debe ser nuestro objetivo en nuestras casas, trabajo, en la calle, en el campo, en el mar o en la montaña.

Romario Dohmann

Marcos 13,1-13

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