Así también, Abraham creyó a Dios, y Dios le tuvo esto en cuenta y lo reconoció como justo… La Escritura, viendo de antemano que también entre los no judíos iba Dios a reconocer como justos a los que tuvieran fe, había anunciado a Abraham esta buena noticia: “Todas las naciones serán bendecidas por medio de ti.”

Gálatas 3,6.8

Pablo presenta la experiencia de Abraham, a quien Dios había prometido que haría de él una gran nación mediante su descendencia (Génesis 12,2). Una descendencia tan numerosa como las estrellas del cielo (Génesis 15,4-5). Ya anciano, Abraham no conseguía entender esto pero no obstante confió. Creyó en el Señor y eso le fue contado para justicia (Génesis 15,6). Creía en el poder creador de Dios, que no tiene límites. Por eso pudo creer en la palabra de promesa de Dios. Para Pablo fue mediante la fe que Abraham fue bendecido.
Pablo vio en la forma en que fue bendecido Abraham un anuncio, ya desde antiguo proclamado, de cómo los pueblos también lo serían (Génesis 12,3 y 18,18). Al declarar que las naciones son bendecidas en Abraham, Pablo interpreta que son bendecidas como él, es decir, para ser consideradas justas mediante la fe y por lo tanto no ser obligadas a volverse justas por observar la Ley. Entonces, si la promesa fue una buena noticia para Abraham, son buenas noticias también para las naciones que serán bendecidas con él. En Pablo la Escritura testifica una Palabra viva, no letra muerta. Por eso previó lo que ahora acontece con los gentiles. Por eso pudo anunciarle a Abraham lo que hoy sucede por intervención divina: en Abraham bendice a todos los pueblos, los justifica.

Miguel A. Ponsati

Gálatas 3,1-14

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