Entonces el Señor bajó en la nube y habló con Moisés; luego tomó una parte del espíritu que Moisés tenía y se lo dio a los setenta ancianos. En cuanto el espíritu reposó sobre ellos, comenzaron a hablar como profetas; pero esto no volvió a repetirse.
Números 11,25

En el desierto, tras escuchar numerosas quejas de la gente tanto contra él como contra Dios, Moisés ora pidiendo fuerzas a Dios para continuar guiando al pueblo, que se encontraba hambriento y desesperado. Dios, en respuesta, le da instrucciones para reunir a los ancianos alrededor de la tienda que servía como santuario.
La tarea de Moisés consistía en reunirlos, mientras que Dios se encargó de impartir a todos el mismo espíritu que guiaba a Moisés. Como resultado, todos ellos profetizaron y recibieron ese don, esa capacidad…
Esta situación me recuerda al pasaje de Éxodo 18, en el cual Jetró, el suegro de Moisés, observó que Moisés estaba liderando a miles de personas. Jetró le expresó a Moisés que su enfoque no era adecuado, y que tanto él como el pueblo se agotarían de esa manera.
La iglesia es un espacio donde se promueve la noción de trabajar en conjunto, de formar y organizar grupos para diversas tareas. De esta manera, se establecen comisiones, equipos de trabajo, grupos de visitas y muchas otras iniciativas encargadas de abordar distintos aspectos del trabajo y la misión a la cual todos estamos convocados.
Y tú, desde tu lugar, ¿en qué puedes brindar ayuda?
No basta solo una mano si yuyos hay que arrancar; el pasto de los campos en surcos se volverá. Vamos juntos de la mano, hay tanto para plantar. (Canto y Fe N° 304)

Jhonatan Schubert