Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque donde caí me levantaré; aunque more en tinieblas; Yavé será mi luz.
Miqueas 7,8
Cuánta fe. Y sabiduría. ¡Yavé será mi luz! Y aquí yo me acerco y me uno al grupo que da testimonio del amor de Dios. Cuando todo parece oscuro y el dolor nubla los ojos, cuando la soledad invade el alma y la injusticia parece robarte la vida, cuando la depresión inunda el corazón, me entrego a Dios y siento su fuerza, su sostén, su luz. Y eso ocurre desde que aprendí a no aferrarme a mis ideas, ni a las personas, ni a las cosas. Cuando aprendí a ver los problemas como un desafío y no como el abandono de Dios. Y mucho más aún, cuando pude poner límites, sin culpa, a las personas negativas. Y realmente me siento victoriosa en Cristo cuando puedo entregar esta posta a las personas. Y puedo seguir haciéndolo. Y encontrar que otra persona entregue a otra y así. Siempre la posta que podemos entregar es: Yavé será mi luz.
Así tú mi enemiga, tú las tinieblas, no te alegres. Ni aún en medio de ellas, Yavé es mi luz. Y por ello doy gracias a Dios que se presenta, que se ofrece que extienda su mano siempre hacia mí y puedo sentirlo. –Pero tengo miedo, pastora. – ¿De qué? – De que pierda al bebé. Tuve operaciones y ya pasó… Nos tomamos de la mano, respiramos profundo por la nariz, exhalamos por la boca, oramos: Yavé es mi luz, en él confío. Luego: Pastora le quiero contar que estando en el hospital, después que nació mi bebé, me encontré en el pasillo con una mujer llorando. Le abracé y le pregunté: ¿qué le pasa? Dijo: Mi marido tuvo un accidente y está en peligro su vida. Y ni sé cómo, la llevé a un banco, le tomé las manos y oré por el marido y pedí el milagro de curación. Vengo a entregarle mi ofrenda a la congregación y pedirle, pastora que ore en el culto dando gracias por mi marido que salió bien del accidente.
La señora X oró conmigo, ella no sabía que era de esta iglesia pero cuando charlamos me contó que usted oró con ella por su bebé. –Ah sí, ellos ahora quieren ingresar como miembros activos de la Iglesia. Buenísimo –me diceporque nos hicimos muy amigas…
Y es que Dios es Dios familia, Dios amor, Dios Trinidad. De tal palo tal astilla somos su comunidad. Nuestro Dios es padre y madre, causa de nuestra hermandad. Por eso es lindo encontrarse, compartir y festejar. (Canto y Fe Nº 311)
Aurelia Schöller