No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que arde débilmente. Verdaderamente traerá la justicia.
Isaías 42, 3
Una caña o una rama quebrada se vuelven frágiles, y es probable que terminemos descartándolas. Sin embargo, aquellos que se dedican a la jardinería o tienen conocimientos sobre plantas saben que hay otra opción: se puede colocar un tutor con cuidado, amor y paciencia. Con el tiempo, se observa que los tejidos se regeneran y vuelven a estar fuertes.
Esta es una opción que nos invita a no desechar lo que consideramos frágil o lo que pensamos que no tendrá un futuro prometedor. Es quizás una manera de ser justos con la planta y brindarle una oportunidad adicional.
En el texto de Isaías, se hace referencia al «Siervo» que Dios enviará para impartir justicia a las naciones.
Claramente comprendemos que ese «Siervo» al que se hace referencia es Jesús. Él vino a impartir justicia no a los poderosos, sino a los débiles. A aquellos que eran marginados en la sociedad, a aquellos que no tenían oportunidades, a quienes se creía que no tenían futuro.
Por eso, Él tocó a aquellos a los que nadie se atrevía a tocar; se acercó a quienes eran evitados; brindó consuelo a quienes estaban desamparados y dio alimento a los que padecían hambre. Su concepto de justicia implicaba otorgar posibilidades y oportunidades a aquellos que carecían de ellas. Por algo dijo: “He venido para que tengan vida en abundancia”. Y nos invita a seguir su ejemplo.
En este nuevo año que empieza, ¿qué acciones puedes emprender para promover la justicia? ¿Hay alguien en tu entorno a quien puedas brindar ayuda en aras de la justicia?
Juan Dalinger