Miércoles 31 de mayo

Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.
Génesis 1,1-2

De niños cantábamos en la escuelita bíblica cada domingo: “Hizo Dios los cielos y la tierra, hizo Dios la luna y las estrellas”.
Puedo recordar lo que pensaba mientras entonaba esta canción, vienen a mi recuerdo las imágenes, las fotos; ¡con qué seguridad me imaginaba lo que ella contaba! la oscuridad, la inmensidad, lo majestuoso… ¡Con qué certeza creía en lo que estábamos manifestando a viva voz!
Hoy, reflexiono como madre y psicopedagoga en lo maravilloso del Proverbio 22,6 “instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo no se apartará de él” …pasan los años y va tomando cada vez más significatividad lo que ingenuamente entonábamos, glorificando la obra de nuestro creador día por día. Como niña la certeza era absoluta. Y tarareo la canción y me brotan lágrimas de emoción por volver a sentir esa seguridad puesta en su promesa.
Ha sido Él que en sus planes me ha tomado como el alfarero y entregado la recompensa suya, quien me infunde dones para poder llevar esperanza ante lo difícil, inesperado, doloroso e injusto.
“Cuando te escucho creo más en Dios” me dijo una persona cuando le narré mi testimonio, mi transitar hospitalario a causa de la COVID, atestiguando sobre la mano tibia de Dios, en la madrugada. Un padre que al iniciarse un nuevo día no sólo no abandona, sino que nos renueva en fuerzas, en fe y permite un nuevo comienzo, pues “Es quién hace nuevas todas las cosas”.
Oremos: Amado Dios, te ruego poder seguir sintiendo como en los inicios, cuando niña, esa Fe, certeza y seguridad de que tus planes son perfectos. Hazme fuerte y úsame de instrumento para ayudar a creer en ti, y tu amado Hijo, nuestro Señor. Perdóname por ser muchas veces débil y quebrantable. Amén.
Silvana Nagel

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