Después dijo Jesús a los discípulos: “¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?”
Marcos 4,40
Imaginemos tomando un lugar en esa barca de Jesús y por un instante vivir toda esa experiencia. Espera que el drama se desenvuelva. ¿Cómo te sientes cuando las olas revientan en el bote amenazándolo con hundirse? ¿Gritamos por la ayuda de Jesús o lo consideramos un irresponsable porque está durmiendo?
Después de un rato Él despierta y calma el viento y el mar, y reprende a sus discípulos por la falta de fe.
¿Compartes la sensación de asombro cuando se dan cuenta que están en presencia de un poder extraordinario?
Ahora pensemos en el hoy. Nuestras vidas transcurren en medio de tormentas que nos sacuden de un lado para otro, y vemos con temor los peligros del mundo y también nuestros propios riesgos. Ahora la pregunta: ¿Estamos solos en nuestro caminar o alguien nos acompaña? ¿Qué les parece si le damos lugar y participación a Jesús en nuestro andar? Es decir, lo involucramos en nuestra vida y depositamos nuestra confianza y fe en él. Así podremos sentir que no estamos tan solos y podremos tener la seguridad que el Señor siempre nos va a cuidar y proteger.
Dedica un buen tiempo a hacer silencio en tu interior, a buscar la calma en medio de tantas preocupaciones, temores, incertidumbres. Como Jesús, ponte en las manos del buen Dios que es todo amor.
Guillermo A. Mohr
Marcos 4,35-41