Te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera.
Juan 1,48
Mi infancia la viví en el campo, en esa libertad de sentirme dueña del mundo, de conocer cada rincón no sólo de mi casa, sino de parte del vecindario. Recuerdo esto de hacer cosas junto con mi hermana, a veces no tan habilitadas, y tener la sensación de que nadie lo sabría jamás, pero después la frustración de darme cuenta, aunque no supiera cómo, que mi mamá lo veía todo, porque nos lo hacía saber cuando nos pasábamos de la línea. Porque a ella también le gustaba que nos criáramos como personas libres.
Creo que esa fue la sensación de Natanael cuando Jesús le dijo que lo había visto debajo de la higuera… Natanael le había dicho a Felipe, cuando lo invitó a seguir a Jesús: “¿Acaso puede salir algo bueno de Nazaret?”, y Jesús le hizo saber que había hablado mal de su procedencia.
Ya de grande me di cuenta, criando a mis propios hijos en el campo, que no era tan difícil para mi mamá descubrir en qué andábamos. Debo decir también que nunca me sentí monitoreada por mis padres… en realidad, creo que fue parte del sentirme amada.
Dios es así también, nos observa y nos escucha, nos encuentra también en infracción, como a Natanael, pero eso no nos debe afligir, porque conoce nuestra naturaleza humana.
Dios nos ama y nos observa todo el tiempo, e igual que una madre, que un padre amoroso, nos deja vivir libremente, al mismo tiempo que siempre está pendiente de cada detalle.
Estela Andersen
Juan 1,35-51