Miércoles 5 de marzo

 

Miércoles de Cenizas

 

Hazlo en secreto.

 

Mateo 6,4

 

Todo este texto sugerido apunta, a mi entender, a lo siguiente: lo que hacemos, ¿para qué o para quién lo hacemos?
Si hacemos buenas obras para que salgan en los diarios o para que todos se admiren de nuestra bondad… no sirve de nada, porque debe ser algo que nace del corazón. Si lo hacemos para exhibirnos, en realidad lo estamos haciendo para nosotros mismos y no para los demás. Debemos tener cuidado con esto. ¿Cuántas obras majestuosas, vistosas y pomposas son más para mostrarnos a nosotros mismos que para servir de corazón y con amor al prójimo?
Si lo que más nos importa es que la gente se admire de nuestra habilidad para hablar en público en una predicación, o de nuestra presencia, en vez de lograr que el oyente entienda el mensaje, lo reflexione y, si es necesario, cambie de actitud, estamos en realidad haciendo las cosas para nosotros mismos y no para los demás.
Lo mismo podemos decir de tantas acciones que hacemos, supuestamente religiosas, pero que no son más que un alimento para nuestro ego.
Recuerdo que una vez alguien me dijo en una comunidad de fe que debería hablar más sobre las cosas que hago. La intención de esta persona era buena, ya que estaba pasando por una serie de cuestionamientos y esto podría haber sumado puntos a mi favor. Sin embargo, no lo hice, porque si lo que hacemos es para “sumar puntos”, no es algo que hacemos por gracia, sino por mérito.
Si lo que haces, sea en el ámbito que sea, ya sea la familia, el trabajo o la iglesia, no lo haces de corazón para alabar a Dios, sino para mostrarte y lucirte, no sirve de nada: “…y tu Padre que está en el cielo no te dará ningún premio” (Mateo 6,1b).
“Tu gracia nos diste, tu gracia daremos” (Canto y Fe número 102).

 

Pablo Münter

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print