Ahora hemos muerto a la ley que nos tenía bajo su poder, quedando así libres para servir a Dios en la nueva vida del Espíritu y no bajo una ley ya anticuada.

Romanos 7,6

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Probablemente muchos de los lectores hoy tengan una lista de ta-reas u obligaciones que cumplir con determinados horarios. Algunos hasta quizás pueden llegar a desear que hoy sea domingo, porque los domingos muchas veces son más libres.

Es increíble cómo el ser humano nace libre, pero poco a poco se va rodeando de “prisiones”. Podemos poner mil excusas: necesitamos dinero, tengo que estudiar, tengo que trabajar. Así como las obligaciones empiezan a enmarcarnos la vida y nos dejan cada vez con menos movi-miento a nuestro gusto, así pasa cuando nos ponemos muy legalistas.

Una linda pregunta para hacernos a nosotros mismos es: al final, ¿quién manda a quién? ¿El reloj manda al ser humano o el ser humano manda al reloj? ¿La ley gobierna al hombre o el hombre gobierna a la ley?

El evangelio de Jesucristo, también contenido en las palabras de Pablo que encabezan esta lectura diaria de hoy, siempre busca liberarnos. Libe-rarnos de las pesadas cargas que muchas veces nosotros mismos nos vamos poniendo, librarnos de pesadas leyes que pueden ser impuestas por alguien o simplemente son parte de nuestras propias costumbres de cada día.

Ser cristiano es vivir el evangelio cada día como si fuese domingo, vivir la fe en forma distendida, sin tantos horarios y reglas, sin tantos “no” se puede. Sin tantas restricciones que muchas veces solamente nos molestan y nos quitan la libertad que da el evangelio.

Que hay leyes, las hay. Que son necesarias las leyes, las son. Pero que siempre esté primero el amor a Dios y al prójimo para que cada día sea domingo en nuestras vidas.

Libertad no es despertarte una mañana sin cadenas: es algo más.

Libertad no es poseer las llaves de todas las puertas: es algo más.

Libertad no es construirte solitario un mundo aparte: es algo más.

Libertad: es convivir, decidir, elegir. Libertad es amar, comprender y luchar para que todos tengan libertad. (Canto y Fe Nº 334)

 

Romanos 7,1-6

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