¡No me pidas que te deje y que me separe de ti! Iré a donde tú vayas, y viviré dónde tú vivas.
Rut 1,16a
La relación entre Noemí y Rut es muy especial. Es una de estas relaciones tan profundas e íntimas que ni siquiera los motivos racionales alcanzan para separarlas. Mas que todo por la confianza crecida en el sentido de unión.
La calidad de esta relación me hace pensar en una amistad que empezó durante mi voluntariado en Bolivia. Las primeras semanas fueron emocionantes, pero también asociadas con un sentimiento de gran inseguridad. Al final del primer seminario intercambié números con otra voluntaria. Lucie dijo: “Siempre puedes llamarme. Cuando estás bien, pero también cuando estás mal, cuando solo necesitas un abrazo o un chocolate caliente. Estoy aquí”. Y así fue. Lucie estuvo allí todo el año y hasta ahora lo está. ¿Cuántas horas habremos pasado en el sofá de nuestro café favorito? Riendo, llorando, abrazándonos y tomando chocolate caliente contándonos todo. Sintiendo esta profunda confianza en simplemente ser aceptada la una por la otra, con todo lo bueno y con todo lo malo. ¡Para mí fue una bendición tenerla a mi lado!
Durante la época de la pandemia, me quedó claro una vez más lo importante que es la cohesión. Una sensación de unión, como la tuvieron Noemí y Rut, es extraordinaria. Pero podemos dejar que nos recuerden lo importante que es estar el uno para el otro, defenderse unos de otros, no solo mirarnos a nosotros mismos, sino también al otro. Ojalá que tengas personas a tu lado con las cuales puedes sentir eso. De una cosa estoy segura: que sí o sí Dios está a tu lado, te tiene a la vista y está ahí para ti. ¡Qué hermosa certeza!
Annika Wilinski
Rut 1,1-22