El fin de todo se acerca. Por lo tanto, pórtense juiciosamente y no dejen de orar. Por sobre todas las cosas, ámense intensamente los unos a los otros, porque el amor cubre infinidad de pecados.

1 Pedro 4,7-8

En 1874 cristianos en Estados Unidos anunciaron la inminente venida de Jesús, que el fin de todo estaba cerca. Desilusionados al ver fracasado su anuncio interpretaron que la “invisible” venida de Jesús ya se había realizado en ese año.

Hace poco los astrónomos descubrieron un exoplaneta designado como Ross 128 b, ubicado a “tan sólo” 11 años luz de la tierra. Es el planeta más cercano descubierto que orbita a una estrella enana roja inactiva, lo que aumenta las probabilidades de que potencialmente pudiera albergar vida. Esto lo convierte en un recurso para continuar la vida humana cuando se acabe en esta tierra.

Me pregunto si entender esto como consuelo para mi futuro… Cuando la carta de Pedro habla de la cercanía del fin de todo se refiere ante todo a que tomemos conciencia de lo efímero de nuestra vida. Dios no nos ha dado la vida para derrocharla. Es común pensar que aprovechar la vida implica aprovisionarnos de muchas cosas. Pedro, al decir que nos portemos juiciosamente, piensa lo contrario: que nos amemos. Y “el amor no busca lo suyo” (Pablo, en 1 Corintios 13).

El amor cubre infinidad de pecados, – es más, el amor no deja que el pecado se llegue a realizar. Cuanto más amamos, menos posibilidad de caer en pecado tenemos.

No esperemos, pues, poder sobrevivir a 11 años luz en otro planeta, pero tampoco vivamos asustados por el cercano fin de todo.

Mantengamos el contacto con Dios a través de la oración y aprovechemos la vida que Dios nos ha dado para amar, para dar, para compartir.

Dieter Kunz

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