Por fe, Moisés se fue de la tierra de Egipto, sin miedo al enojo del rey; y se mantuvo firme en su propósito, como si viera al Dios invisible.

Hebreos 11,27

En el relato bíblico del día de ayer, una de las enseñanzas es que Abraham es modelo de obediencia y confianza en Dios, por eso también es llamado el padre de todos y todas los y las creyentes. En el día de hoy, el texto bíblico es sobre Moisés, donde estamos desafiados a aprender que la fe, la confianza en Dios implica entrega y eso tiene una gran implicancia en relación con los demás.

El comienzo de la vida de Moisés fue muy difícil y con muchos peligros. Cuando fue creciendo seguramente comenzó a ver y sentir distintas realidades, la del palacio y la del pueblo, en especial del pueblo esclavo, el pueblo hebreo. Ese contacto fue lo que le llevó a huir por un incidente donde él estuvo involucrado, por defender a un esclavo hebreo mató a un capataz egipcio.

La huida es el desierto, buscar nuevos rumbos sin saber qué iba a pasar más adelante y ahí Dios busca a Moisés y en esos encuentros cambia el rumbo, afirma las miradas hacia los que sufren y tiene que decidir si se entrega a la voluntad de Dios o no. Eso implica un cambio por dentro en la vida con dimensiones hacia situaciones o realidades injustas y duras.

No fue nada fácil, porque tuvo que volver y enfrentarse al Faraón, pero el propósito era distinto, Dios quiere la liberación y hacer justicia ante el dolor y sufrimiento del pueblo. Fue descubriendo a un Dios que acompaña y que siente el dolor de sus hijos e hijas.

Señor, gracias porque tu amor se derrama en las personas donde hay violencia y sufrimiento, das tu bendición a todos los que buscan ser instrumentos de ese amor. Amén.

Mario Gonzáles

Hebreos 11,23-31

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