Y en su oración dijeron: “Señor, tú conoces todos los corazones”.
Hechos 1,24

Esa luz que brota en nuestro corazón es nuestro verdadero ser que aflora cuando no le ponemos restricciones y desde lo más profundo sale para iluminar a otras y otros.
Voy a contar algo personal, muy íntimo, con la esperanza de que ilumine el camino de quiénes lo necesiten.
En un viaje que para mí fue un descubrimiento de mi ser, de mi identidad, me encontré con una amiga. Hablamos mucho de nuestros sentires y pensamientos en un momento que las dos estábamos en búsqueda de nuevos rumbos. Me pedía consejos y no pude dárselos, pero dejé que las palabras brotaran. No estaba pensando en dar un mensaje, en exponer una reflexión, sino simplemente dejé fluir los pensamientos. Me abrí como un libro y dejé que me leyera, que me interpretara como quisiera. Me saqué las máscaras y me mostré. Con ella me sentía libre y segura y le agradecí que me escuchara, me abrace, me sostenga, en un momento en el que necesitaba sacar afuera todas mis preocupaciones.En el micro de vuelta, feliz por haber hecho el viaje y agradecida por compartir esa amistad, recibí este mensaje:“Gracias por haber venido, con todo el tiempo, dinero, esfuerzo que implica. Gracias por levantar la mirada, reconocerme, no juzgar, escuchar activamente, hacerme cambiar de perspectiva, ser un ejemplo, tener tanta paciencia… Solo con ser como sos, creas micro-lugares de libertad donde uno puede SER, sentir y conectarse con la fe”.
Seamos micro-lugares donde podamos SER sin juzgarnos.

Angie Stähli

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