“No nos cansemos de hacer el bien”: Mensaje de FAIE para fin de año y año nuevo

Un nuevo año está cercano a concluir y no podemos dejar de señalar que el mismo ha sido realmente complejo. Hay aspectos de la realidad social que son por demás preocupantes. La mitad de las personas que habitan en nuestro país son pobres y esto no es por casualidad, sino que es consecuencia de la aplicación de políticas económicas que favorecen a los grupos concentrados del poder económico. Las fuentes de trabajo se achican y los empleos mal remunerados o precarizados se multiplican. El endeudamiento externo se cierne cual amenaza sobre las políticas sociales y las necesarias urgentes inversiones públicas en materia de salud, educación, infraestructura, ciencia y tecnología. Una vez más el pueblo se ve enfrentado a la necesidad de pagar un latrocinio que benefició a muy pocas personas.

En relación a la convivencia social, duele y avergüenza que cada día sigan muriendo mujeres víctimas de la violencia machista. Y si bien no puede negarse la existencia de políticas públicas en materia de ampliación de derechos y protección a las víctimas, lo cierto es que aún falta mucho. Son pocos los refugios para mujeres violentadas. La justicia es poco efectiva a la hora de brindar protección y las leyes aprobadas no siempre son implementadas. Es necesario que el Estado, las organizaciones de la sociedad civil y también las iglesias aumentemos el compromiso a fin de desarrollar propuestas de formación con perspectivas de género que desalienten las comprensiones que justifican el dominio del varón.

Preocupa el crecimiento de grupos que hacen de la estigmatización, el desprecio y el odio a las minorías una forma de ganar adhesiones. Los medios de comunicación y las redes sociales son los canales por los cuales transmiten su veneno. Pero alarma aún más que haya personas dispuestas a acompañar tales propuestas. Como iglesias cristianas herederas de la reforma protestante y evangélica afirmamos una y otra vez que la libertad es para servir, no para odiar sin miramientos.
Entre las minorías violentadas se encuentran los pueblos originarios quienes además de padecer violencia verbal y simbólica (“los indios que vienen al ataque”) son víctimas de constantes atropellos sobre sus derechos, entre ellos, el acceso a la tierra.

Respecto a la violencia social, no podemos dejar de señalar que la inseguridad callejera golpea todos los días dejando enormes secuelas de dolor. La venta de droga es un negocio de enorme rentabilidad como así también la trata de personas esclavizadas para prostitución y trabajos en talleres y campos clandestinos. Quizás encontremos allí gran parte de las razones por las cuales la violencia social no tiene límites y se expande.

La violencia institucional del gatillo fácil, los aprietes y extorsiones continúan siendo un flagelo dentro de las fuerzas de seguridad y son una deuda pendiente con la plena vigencia de los derechos humanos.

La tierra ha sido convertida en un negocio. El hábitat también. La lógica de la acumulación ilimitada de rentabilidad desconoce el impacto contaminante que imprime a toda la naturaleza, incluidos los seres humanos. La pandemia del COVID, el calentamiento global y el cambio climático son las alarmas que avisan sobre la urgente necesidad de nuevas formas de producción, consumo y descarte que desconozcan esta lógica. El dinero no se come ni se puede tomar. Tampoco nos protege de las enfermedades y la muerte.

La democracia y el Estado de derecho son fundamentales. Necesitamos cada vez más democracia y más política para que sean mejoradas las condiciones de vida para el pueblo. Resulta fundamental una justicia que sea independiente. Pero para ello es fundamental que funcionarios y dirigentes políticos asuman sus responsabilidades con vocación de servicio al prójimo y no tan solo como una forma de asegurarse espacios de privilegios.

Tal como señaláramos al comienzo, cada una de estas realidades y muchas otras más son complejas, preocupantes y dramáticas porque atentan directamente contra la vida de miles y millones de hermanos y hermanas. Por eso resultan ser un llamado del Señor a que los hijos e hijas de Dios asumamos tareas concretas de acompañamiento en el dolor y también de transformación de las estas realidades.

En lo que concierne a las Iglesias que conforman la FAIE, queremos destacar el enorme compromiso asumido durante este año y siempre. Porque el Evangelio es anunciado con palabras y obras de amor en tareas de promoción humana en barrios; pastoral con pueblos originarios; programas de cuidado de la creación; acompañamiento a personas refugiadas; defensa y promoción de los derechos humanos; protección a mujeres y diversidades frente a la violencia; desarrollo de programas de inclusión; asistencia a las personas en situación de calle; distribución de alimentos, ropa e insumos de higiene durante la pandemia; comedores comunitarios y muchas otras tareas más por las cuales damos a Dios. Él nos da su misericordia cuando erramos el camino y nos guía con su Espíritu cuando asumimos el seguimiento.

Por eso, estimados hermanos y estimadas hermanas, de cara a la realidad y el desafiante llamado que recibimos de Dios, queremos invitarlos e invitarlas a que en el 2022 aceptemos una vez más la tarea encomendada por el Señor de ser instrumentos de su amor en el mundo. El Reino de Dios está entre nosotros y podemos hacerlo presente allí donde sea posible y necesario.

Y obremos de manera ecuménica y bien amplia, es decir, con las iglesias hermanas y también con grupos y sectores que diariamente se ocupan de mejorar las condiciones de vida de todas las personas, especialmente de los más vulnerados y vulneradas. La gravedad de la crisis que atravesamos nos necesita más unidos y unidas que nunca, sosteniéndonos en la esperanza y ayudándonos mutuamente en la tarea. Es tiempo de juntar las piedras para construir y no de arrojarlas para lastimar.

Queremos finalmente despedir este año e iniciar uno nuevo teniendo presente las palabras del apóstol Pablo que en su carta a los gálatas dice:

“No nos cansemos de hacer el bien, que a su debido tiempo cosecharemos sin fatiga. Por lo tanto, mientras tengamos ocasión, hagamos el bien a todos” Gálatas 6: 9-10a

Que el Señor nos fortalezca y de su paz. Amén

Junta Directiva Federación Argentina de Iglesias Evangélicas

Leonardo Schindler Presidente
Juan Angel Gutierrez 1 vice presidente
Osvaldo Corazza 2 vice presidente

Fuente: www.faie.org.ar

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print