Introducción: Pensar la temática del desarrollo económico desde el punto de vista teológico es necesario y pertinente. Pertinente pues el concepto de desarrollo económico no sólo tiene que ver con la economía en sí misma ni queda enmarcado en su sólo campo de injerencia. De hecho el concepto de desarrollo está determinado por la visión de futuro que las sociedades humanas perciben y desean para sí. Alfonso Dubois comenta: «Cuando establecemos las prioridades de lo que entendemos por desarrollo, en última instancia, no estamos sino afirmando cuál es nuestra visión de lo que queremos que sea nuestro futuro.»[1] En tal sentido, la Teología es una parte necesaria de esta discusión, pues si bien hay aspectos técnicos de la Economía que son ajenos a la Teología como disciplina, la visión del ser humano, su sentido de vida, su relación con el resto de la Creación y su futuro no lo son.
Por otro lado, es necesario y relevante, pues la visión del desarrollo económico es una mirada que ha estado marcada por la visión dominante de los países del norte, europeos y norteamericano, especialmente a partir de su propia experiencia, especialmente los «años dorados» de la post-guerra.[2]
Ahora bien, desde qué lugar la Teología se posiciona para ser parte del debate del desarrollo. Tanto Jorge Pixley[3] como Jung Mo Sung[4] advierten sobre algunas aproximaciones inapropiadas a la discusión. La Teología no puede acercarse desde la Biblia con un recetario sobre cómo resolver los problemas de la Economía, que básicamente son la producción de los bienes necesarios para su subsistencia, y su distribución.[5] Tampoco debe, como lo advierte Néstor Miguez «plantearse un horizonte utópico y medir desde allí la posibilidad de una economía distinta».[6]
Mi planteo es entonces mucho más modesto. Comenzaré mostrando algunos elementos presentes en la concepción dominante del desarrollo económico y algunas consideraciones que se desprenden del funcionamiento del sistema neoliberal, especialmente en cuanto a la creciente inequidad. Como parte de este punto también trataré de establecer la relación entre el sistema económico y la visión antropológica del ser humano que se manifiesta en él.
En un segundo momento relevaré algunos aspectos de los textos bíblicos que me parecen relevantes para la tarea teológica presente. Me centraré especialmente en aquellos que nos ayudan a desenmascarar la negación de Dios que se realiza al justificar el sacrificio humano como necesario.[7] Por otro lado, los necesarios énfasis de la fe cristiana que nos permitan colocarnos en una dimensión más justa y solidaria.
1. ¿Desarrollo?
Hay dos aspectos que se conjugan en la definición dominante de desarrollo. Por un lado una visión nord y eurocéntrica, en la que se veía el estado de desarrollo alcanzando en los Estados Unidos de Norteamérica y Europa como el deseable para toda la humanidad. Sin considerar siquiera que semejante «desarrollo» en el norte implicaba un constante flujo de recursos desde los países colonizados del sur y hasta su propia pauperización.
Por otro, el concepto de desarrollo en buena medida estuvo inspirado y fundamentado en la que se ha conocido como la «curva de Kuznets». Este economista en 1955 presentó un artículo denominado «Crecimiento económico e inequidad de Ingreso»[8] en medio de una visión altamente optimista del rumbo que la economía norteamericana estaba tomando especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, donde se daba una fuerte reducción de las diferencias entre ricos y pobres. Su teoría básicamente propone que se da un aumento de la inequidad en el proceso inicial de industrialización de la Economía para comenzar luego automáticamente un descenso. Entonces, el nivel de inequidad estaría marcado por una U invertida, crecería al comienzo para luego, decrecer.
En su teoría, ésto es lo que sucedía en los «países en vía de desarrollo», comparado con los países «desarrollados» especialmente, los Estados Unidos de Norteamérica. Thomas Piketti comenta: «la reducción dramática en la inequidad del ingreso que observamos en casi todos los países ricos entre 1914 y 1945 fue debido sobre todo a las guerras mundiales y a las perturbaciones económicas y políticas que ellas conllevaban (especialmente para las personas con grandes fortunas). Poco tenía que ver con el tranquilo proceso de movilidad intersectorial descrita por Kuznets.»[9]
Por supuesto que hoy aquel concepto «duro» de desarrollo fue matizado por el intento de la PNUD de reconocer que el desarrollo no implicaba necesariamente bienestar. Entonces al ingreso per cápita o de riqueza se incorpora el de salud y el de educación, además de otros sub-índices obteniéndose así el Índice de desarrollo humano. No es un avance menor. En la misma línea la “Declaración de Sao Paulo” recomienda la incorporación de indicadores alternativos del bienestar económico.[10]
Vinculado con esta misma percepción de la realidad debemos mencionar que el «Informe del Grupo de Alto Nivel de Personas Eminentes sobre la Agenda de Desarrollo Post-2015» se propone doce objetivos:
1) erradicar la pobreza; 2) empoderar a las niñas y mujeres y lograr la igualdad de género; 3) proporcionar educación de calidad y aprendizaje de por vida; 4)garantizar vidas saludables; 5) garantizar la seguridad alimentaria y una buena nutrición; 6) lograr el acceso universal a abastecimiento de agua y recogida de basura; 7) obtener energía sostenible; 8) crear empleos, medios de subsistencia sostenibles y crecimiento equitativo; 9) gestionar los recursos naturales de manera sostenible; 10) garantizar la buena gobernanza e instituciones eficaces; 11) garantizar sociedades estables y pacíficas; y 12) crear un entorno global favorable y catalizar la financiación a largo plazo.[11]
La propuesta no deja de ser loable y valdría la pena sumarse a un proyecto que tenga estos objetivos como horizonte. Es más, se plantea que «… es poco realista pensar que podemos ayudar a otro billón de personas a salir de la pobreza haciendo crecer sus economías nacionales sin hacer cambios estructurales en la economía mundial. Existe la urgente necesidad de que los países desarrollados reinventen sus modelos de crecimiento.»[12] Sin embargo, en ningún momento se plantea una crítica al motor básico del sistema capitalista, elevado hoy en su fase financiera a niveles impensados, que es la falacia smithiana que la búsqueda del bienestar individual conducirá misteriosamente al bienestar común.[13]
Esto es aún más urgente pues Thomas Piketty ha mostrado con más de doscientos años de estadística en su magnífico libro “Capital in the Twenty-First Century” que cuando mejor funciona el sistema capitalista mayor es el nivel de desigualdad. Su concepto básico es que mientras hay fuerzas que pueden ser consideradas convergentes es decir que tienden a una disminución de la brecha entre pobres y ricos, como la educación, la tecnología etcétera. Hay fuerzas divergentes que son hoy por hoy infinitamente más poderosas y arrastran la economía mundial a un nivel cada vez mayor de desigualdad. En su teoría, se trata de que cuanto mayor sea el ingreso que se percibe por capital, mayor será la ganancia de los poseedores del capital en relación a la mano de obra. Si además, la tasa de rendimiento del capital (r) es más alta que la tasa de crecimiento de la economía (g), la distancia entre capital y mano de obra es cada vez mayor.[14]
El monumental trabajo estadístico de Piketty no hace más que convalidar lo que la confesión de Accra señaló diez años atrás y fue vuelto a decirse el pasado mes de Junio en el encuentro de Barranquilla.
«El paso de los años y la crisis reciente del sistema económico actual, que afecta a los países del norte, demuestra que su capacidad de producir pobreza no tiene límites. Por esto, hoy podemos afirmar que la economía mundial presenta una realidad innegable: los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. No se requiere un tratado académico para apreciar lo que sucede en América Latina, donde las brechas de ingreso y riqueza se acrecientan de manera dramática cada día.»
2. Una perspectiva bíblica
En primer lugar vale la pena recordar lo que he dado en llamar «el sueño del fundamentalista y la pesadilla de Dios». Es decir la idea que existe un texto bíblico, una frase, que pueda definitivamente y sin mediación hermenéutica alguna orientar la posición política sobre la Economía. Tal cosa no existe, por el contrario, hay un proceso (consciente o no) de discernimiento y de toma de postura que nosotros como cristianos debemos hacer. Es nuestra responsabilidad e ineludible tarea.
2.1 Pobres tendrán siempre entre ustedes
Para ello es importante que reconozcamos la existencia de «trayectorias»[15] distintas en la tradición bíblica. Una arraigada en la tradición del éxodo y profética y que decisivamente se encarna en el ministerio de Jesús y la radicalidad del Apóstol Pablo y demás textos del Nuevo Testamento. Pero, por otro lado, hay una tradición que, lejos de clamar por una intervención divina de transformación de la realidad presente, vive ésta como una bendición y designio de Dios (Proverbios 10,22; Job 1,3 y 10) y la pobreza como una realidad. Al respecto, Whybray concluye su estudio sobre riqueza y pobreza en el libro de Proverbios diciendo:
«No existe la noción de que [la pobreza] se debe a una falla en la organización de la sociedad que podría ser corregido, ni percepción alguna de que las personas empobrecidas pueden ser ayudadas de una manera tal como para restaurarlos a la prosperidad y a un lugar apropiado en la vida de la comunidad. La noción de reforma social, aparentemente, no era concebible. La preocupación por los pobres, entonces, fue necesariamente limitado en su expresión a la protección de estas personas contra la explotación y si es posible su preservación del hambre a través de actos de caridad.»[16]
Esta visión contrasta por un lado radicalmente con la crítica profética que señala claramente los mecanismos de explotación y pauperización. pero por otro lado es muy insistente en señalar el cuidado de quienes poseen para aquellos que carecen de los bienes necesarios para su subsistencia (14,21.31; 17,5; 19,17; 21,13; 22,9,22-23; 28,27). Finalmente, los libros de Job, más incipiente, y Eclesiastés más radicalmente cuestionan varios aspectos de la justicia retributiva de Proverbios.[17]
Con esta visión tradicional de Proverbios, la caridad es la única acción posible para los/as creyentes. No comparto esta postura, simplemente porque no se aplica a la realidad del mundo actual. Lo especificado en el primer punto muestra con claridad meridiana que la causa principal (aunque no la única, por cierto) del empobrecimiento de la humanidad está intrínsecamente vinculada a un sistema económico injusto.
Tal vez esto suene extraño, pero la tradición reformada encuentra en Calvino mismo los elementos para descartar una visión, inclusive una ley cuando ésta no se ajusta a la realidad presente. De hecho, Calvino al justificar el cobro de interés al dinero prestado va contra la tradición bíblica (y también la asumida por la mayoría de los filósofos). Calvino entiende que en su tiempo el dinero no sólo se presta para que quien lo reciba cubra una necesidad imperiosa. En este caso, él mantiene que no debe cobrarse interés.
2.2 La crítica profética
Por el contrario, los profetas no se cansan de subrayar una y otra vez la intrínseca relación entre la opulencia de unos/as y la pobreza de otras/os y la opresión de aquellos/as sobre estas/os como causa fundamental del empobrecimiento.
Miqueas 2,1-2 «¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder! 2 Codician las heredades, y las roban; y casas, y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y a su heredad.«
Miqueas 3,1-3 «Dije: Oíd ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo? Vosotros que aborrecéis lo bueno y amáis lo malo, que les quitáis su piel y su carne de sobre los huesos; que coméis asimismo la carne de mi pueblo, y les desolláis su piel de sobre ellos, y les quebrantáis los huesos y los rompéis como para el caldero, y como carnes en olla.»
Amos 2,6-8 «Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Israel, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre. Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar; y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses.«
Isaías 32,7 «Las armas del tramposo son malas; trama intrigas inicuas para enredar a los simples con palabras mentirosas, y para hablar en juicio contra el pobre.»
Es interesante en tal sentido ver el paralelismo de la opresión sufrida por Israel en Egipto con la situación creada por Salomón con su sistema tributario (1 Reyes 12). El empobrecimiento no es «causa natural» sino consecuencia de la apropiación ilimitada por parte del rey. También la historia de cómo el faraón se apropió y empobreció a su pueblo al utilizar la «técnica» del almacenamiento, y la «información» proporcionada por José como una máquina de pauperización y dominación de su pueblo (Génesis 47)
Enmarcándome en esta tradición hay algunos elementos que considero necesarios trabajar en nuestra visión bíblica sobre este tema.
2.2.1. La dignidad intrínseca de todo ser humano. Génesis 1,26 dice «hagamos al ser humano a nuestro imagen y según nuestra semejanza» afirmando así su dignidad inalienable como hija e hijo de Dios, dignidad que el mundo del antiguo cercano oriente relegaba sólo al rey. Esta afirmación, que aparece como punto primero de la declaración universal de los derechos humanos, es pervertida cuando detrás de la «humanidad» desaparecen los seres humanos con rostros y nombres. Es imprescindible entonces oponerse a cualquier propuesta de «desarrollo» o sistema económico y político que en nombre del bien de la humanidad sacrifica a seres humanos concretos. Cualquier actividad económica debe tener como punto de partida y objetivo principal el bienestar de cada ser humano.
2.2.2. El ser humano creado desde y para la Tierra. Uno de los aspectos críticos del patriarcalismo es la consideración de lo otro, la otra, como un objeto para ser dominado y hasta sojuzgado.[18] El mandato que Dios da a la humanidad recién creada de sojuzgar y enseñorearse del resto de la Creación en Génesis 1,28 es uno de los textos cruciales en esta dinámica que se ha vuelto constitutiva de la visión occidental sobre su relación con la Creación. Es cierto que este texto fue producido en un contexto de apenas subsistencia, característico de las sociedades de la época, pero aun así necesita ser revisado. En primer lugar el verbo sojuzgar (kabash) expresa densamente una situación de dominación y hasta de violación (así aparece en Ester 7,8 y probablemente en Nehemías 5,5). No es novedad que esta comprensión del lugar de la humanidad en relación al resto de la Creación no nos conduce a buen puerto. Carola Tron en su presentación «Aportes teológicos sobre el agua», realizada en la Asamblea de AIPRAL (Guatemala 2011) propone revisar este texto a partir del llamado de Jesús a sus discípulos a no enseñorearse y ejercer potestad sobre las naciones como lo hacen los gobernantes (Marcos 10,28). Esta posibilidad es más que valiosa como clave hermenéutica que si bien transpola el concepto de lo político-social a lo ecológico da cuenta de la utilización del mismo verbo sojuzgar (katakurieuw) utilizado por la Septuaginta al traducir Génesis 1,28.
Por otro lado, el relato de la Creación en Génesis 2 señala la profunda intimidad que existe entre la Creación, expresada en el suelo, y el ser humano. Éste (‘adam) es formado desde el suelo (‘adamah) Gn 2,7. Es más, el sentido de su existencia está dado por su tarea vinculada al suelo (Génesis 2,4) y a una existencia en plenitud en medio del huerto credo por Dios para su vida. Por lo tanto, la fe cristiana debe desarrollar una mirada de ternura, cuidado y de volverse parte del resto de la Creación y alejarse así de esta comprensión patriarcal que se ha desarrollado en la interpretación de Génesis 1,28.
Estos otros textos mencionados pueden ser algunos de los utilizados para repensar el lugar del ser humano. Además, otras comprensiones del ser humano como parte y en comunión con toda la Creación, especialmente en el mundo indígena, pueden darnos luz al respecto.
- La opresión humana y la destrucción de la Creación. Vinculado al punto anterior es necesario mostrar como el mismo proceso de apropiación, dominación y opresión de seres humanos y Creación están íntimamente ligados:
Isaías 14,5-8 «Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores; el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad. Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas. Aún los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.«
2.2.4. La Creación es de Dios: Hay una comprensión básica y central que recorre la tradición bíblica: la Creación no es una pertenencia del ser humano sino de su Creador. Esto se expresa en la inexistencia del verbo «tener» en el hebreo bíblico y exige que ningún ser humano puede arrogarse la propiedad de la Creación y de sus frutos. Ésta es de Dios y Dios la da (natan) al ser humano para su sustento. En la articulación litúrgica de Deuteronomio 26 se expresa cómo los frutos de la tierra son para compartir con quienes por su función (levitas) o por ser extranjeros/as no tienen parte en la tierra entregada por Dios (Dt 26,1ss). Verdaderamente «de Jehova es la tierra y su plenitud» (Salmo 24,1). En esta comprensión básica se articulan varios aspectos.
2.2.4.1 La propuesta del jubileo bíblico (Lev 25:8-55) como un sistema que permite cada 50 años un recomienzo tiene como objetivo poner límite al enriquecimiento y como contraparte necesaria un recomienzo para la descendencia de quienes en los años pasados perdieron sus bienes de subsistencia.
2.2.4.2 De esta concepción fundamental aparece el llamado a que los recursos son para ser compartidos, especialmente con quienes lo necesitan. Así aparece en Lucas 16, en la parábola del rico y Lázaro.
2.2.5. Una Economía, una Teología, una Ética de lo suficiente. Dr. Yvette Noble-Bloomfield, ha trabajado ya algunos aspectos bíblicos sobre una Economía de lo suficiente,[19] similarmente la pastora Carola Tron hizo una presentación en la misma línea, hablando de una Teología de lo suficiente.[20] Leonardo Boff ha hablado también de una Ética de lo suficiente.[21] Esto ha sido tomado en consideración en varios documentos como la Declaración de la Asamblea de AIPRAL en Guatemala 2011, en la Declaración de San Pablo, 2012 y recientemente en Barranquilla, al celebrar los diez años de Accra. Este aspecto bíblico-teológico y ético es fundamental para pensar un mundo en el que quepan todos. Juan Calvino, en su comentario sobre Génesis 2,15 dice:
«Moisés añade, que la custodia del jardín fue otorgada a Adán para mostrar que poseemos las cosas que Dios ha confiado en nuestras manos, con la condición de contentar nos con un uso frugal y moderado de ellas, hay que cuidar lo que debe permanecer. Quien posee un campo, participe de sus frutos anuales sin que el suelo sufra daño por su negligencia; sino que más bien se esfuerce para entregar a quienes lo siguen como lo ha recibido, incluso mejor cultivado. Que se alimente de sus frutos que no disipa por lujo ni permite que se estropee o arruine por su negligencia. Además, que esta economía y esta diligencia, con respecto a los bienes que Dios nos ha dado para disfrutar, puedan florecer entre nosotros; que cada uno se considere a sí mismo como mayordomo de Dios en todas las cosas que posee. Entonces, no se comportará en forma disoluta, ni corrupto por abusar de las cosas que Dios requiere que sean preservadas.”
2.2.6. No será así entre ustedes La ideología dominante define y promociona a un ser humano egoísta, insaciable e insatisfecho buscando el sentido de su propia existencia en el consumo ilimitado. La relación de comprar-consumir-tirar no es un mero vínculo con las cosas, que ya de por sí es destructivo. Esta lógica se ha movido al corazón mismo del ser humano y su comprensión de existencia y de relación con otros/as e inclusive con Dios mismo visto como un gran supermercado proveedor de mis necesidades.
La oposición planteada por Lucas de «servir a Dios o al mamon» (Lucas 16,3)[22] sigue siendo fundamental y aún más drástica en este momento, pues la ideología el mamón exige el servicio y por lo tanto niega el lugar de Dios como centro único y organizador de nuestra vida. La misma Biblia alerta sobre el poder que el dinero y las riquezas tienen de poseernos y dominarnos. Por eso la avaricia es una idolatría (Colosenses 3,5)
Ahora bien, esta realidad no es ajena a nosotros, sino que se nos ha internalizado como valor de vida. El imperio ha logrado colonizar la mente, los sueños y esperanzas de grandes mayorías de la humanidad. Por eso es necesario un doloroso y liberador proceso de exorcización y liberación de los valores y sueños del imperio, como Jesús sanó al endemoniado de Gerasa (Marcos 5,1-20). Dios en su gracia es capaz de transformarnos en hacedores de justicia (Romanos 3,26). Como diría Elsa Tamez: «Pablo opone el poder de Dios al poder del pecado (hamartia) expresado en las injusticias (adikai) concretas de la historia. El Evangelio es un poder donde la justicia de Dios es expresada. Porque eso es el Evangelio, es decir, Buena Nueva para quienes están sedientos de esta justicia en un mundo lleno de injusticias.»[23]
2.2.7. La esperanza del Reino Uno de los aspectos esenciales que aparecen en el discurso económico actual es la afirmación de que no hay otra alternativa. Este relato ha hecho mella en la visión de muchos y muchas que, sin dejar de ver las incoherencias, injusticias y desastres causados por el sistema económico dominante, no alcanzan a vislumbrar una opción: la posibilidad que otro mundo es posible. El sistema neoliberal presente se sustenta en su hybris, que es el verdadero primer pecado que relata la Biblia, el de querer ser como dioses. Sin embargo, desde nuestra tradición bíblica debemos afirmar con claridad que esta pretensión de eternidad, de ser único es pura y simplemente idolatría, es querer ser como Dios. En tal sentido vale recordar el relato de Génesis 3 que señala la imposibilidad de la eternidad para el ser humano o cualquiera de sus obras. Justamente este anuncio de caducidad de los humanos significa, para los pueblos oprimidos, su liberación (Isaías 40,6-8). Ver además Ezequiel 28,2ss.
Por lo tanto, «para no ser como los otros que no tienen esperanza» (1Tesalonicenses 4,13) es esencial enfatizar la promesa de Dios de un tiempo nuevo porvenir anunciado en la visión de Isaías 65,17-21 y en el anuncio del Reino de Dios, encarnado en la vida y misión de Jesucristo.
2.2.8. Nosotros predicamos a un Cristo crucificado (1Corintios 1,23) Nuestra visión del ser humano y su sentido de vida no está en el consumo insaciable sino en el servicio. Lo que nos hace grandes es el vínculo de amor y servicio no de competencia, uso y riqueza (Lucas 12,15). Esa es una confrontación antropológica esencial con el modelo neoliberal radical, ya que su visión del ser humano, su aspiración y lo que lo hace grande es radicalmente opuesto a la que emana del modelo neoliberal. El sacramento de la Comunión es un testimonio implacable de a quién seguimos. Nuestro sentido de vida no está dado en la victoria del Cesar oprimiendo y dominando pueblos, sino en Jesús de Nazaret que da su vida. La magistral oposición narrativa que Marcos realiza entre el banquete de Herodes, donde se pide la cabeza del profeta Juan, y el banquete de Jesús, sus discípulos y la multitud (Marcos 6,14-44) es iluminador en el sentido de una Economía de lo suficiente y bienestar en el que caben todas/os.
2.2.10. El buen vivir. Finalmente, la vida en abundancia que Jesús nos brinda permite abrir un diálogo con las visiones religiosas indígenas que Dios ha dado a los pueblos originarios en nuestra Abya ayala, del «Buen vivir» y que ya han encontrado su lugar en las nuevas constituciones de Bolivia y Ecuador.
3. Conclusión
Una mirada desde la tradición bíblica y la Teología Reformada a la Economía y los conceptos de desarrollo son tarea imperativa de la Teología hoy. Metodológicamente es necesario siempre partir de la lectura de los signos de estos tiempos y desde allí caminar hacia el texto bíblico buscando de qué manera nos alumbra y desafía al presente. De esta manera, un círculo continuo de interpretación bíblica y comprensión de la realidad se ve enriquecido constantemente.
En ese camino hemos visto cómo la tradición profética y neotestamentaria es la que mejor describe y comprende las dinámicas de poder y riqueza del presente “orden” económico internacional. Por otro lado, la visión presente mayoritariamente en la tradición sapiencial tiene una mirada útil para situaciones concretas y específicas pero no para una comprensión global de la Economía y el desarrollo.
En tercer lugar, hemos levantado algunas visiones de Teología bíblica que, fieles a nuestra tradición reformada, se ofrecen como desafíos y propuestas para el porvenir.
Darío Barolin
Pastor de la Iglesia Evangélica Valdense del Río de la Plata
Secretario Ejecutivo de AIPRAL
[1] «Un concepto de desarrollo para el siglo XXI»: «El concepto de desarrollo se relaciona con la idea de futuro que cada sociedad se propone como meta para el colectivo humano. El desarrollo hay que entenderlo como una categoría futuro. Cuando establecemos las prioridades de lo que entendemos por desarrollo, en última instancia, no estamos sino afirmando cuál es nuestra visión de lo que queremos en el futuro»
[2] Ver infra
[3] «Un llamado desde la Biblia: Luchar por una sociedad más justa» en Jorge Pixley (Coord), Por un mundo otro, Quito: CLAI, 2003, p. 95.
[4] «Religión y economía: interfaces» en Concilium 343, Noviembre 2011, pp. 13-19
[5] Un elemento poderoso y muchas veces desapercibido es que la economía no está orientada sólo a la satisfacción de necesidades para la subsistencia humana sino que el deseo aparece como un elemento esencial. De hecho hoy la instalación de deseos es uno de los motores de la economía y la satisfacción de los deseos de posos son inmensamente más costosos que las necesidades de la mayoría.
[6] Ribla 30, Quito: RECU/DEI, 1998, p. 6
[7] Hugo Assmann definiendo el concepto de idolatría dice: «… nos preocupa el sacrificio de vidas humanas legitimado por concepciones idolátricas de los procesos económicos» La idolatría del mercado, San José: DEI, 1997, p. 15.
[8]«Economic Growth and Income Inequality«, en The American Economic Review, Vol XLV, Marzo 1955, Nro. 1. Se puede ver una versión digital en http://www.aeaweb.org/aer/top20/45.1.1-28.pdf. Este artículo es de alguna manera una síntesis de su libro publicado 2 años antes Shares of Upper Income Groups in Income and Savings.
[9] Capital in the Twenty-First Century, Cambridge/London: Harvard University Press, 2014, p. 15.
[10] Bajo el punto “Acciones Inmediatas y a mediano plazo” dice:
“Indicadores alternativos del bienestar económico: Los gobiernos y las instituciones internacionales deben sustituir como indicador primario del progreso económico al Producto Nacional Bruto (PNB) y utilizar otros indicadores, que incluyen el crecimiento del trabajo honrado, e indicadores cualitativos y cuantitativos de salud y educación, así como medidas de sustentabilidad medio-ambiental.” http://wcrc.ch/es/la-declaracion-de-sao-paulo/
[11] Una nueva alianza mundial: Erradicar la pobreza y transformar Las economías a través del desarrollo sostenible» http://www.post2015hlp.org/the-report/, p. 20
[12] Idem p. 6
[13] Ver Franz Hinkelamert, «Pensar en alternativas: capitalismo, socialismo y la posibilidad de otro mundo» pp 13-17 en Jorge Pixley (coord.)Por un mundo otro.
[14] Piketty, pp. 22-27. Su teoría es sintetizada en la fórmula: r>g.
[15] Ver Walter Brueggeman, «Trajectories in the Old Testament Literature and the Sociology of Ancient Israel», en JBL 98/2, (1979), pp. 161-185.
[16] Wealth and Poverty in the Book of Proverbs, Sheffield: Sheffield Academic Press, 1990, p. 113.
[17] Debemos reconocer que esta postura está muy arraigada en la mentalidad cristiana por su simplicidad y accesibilidad. En tal sentido no se puede ignorar sino que hay que dar cuenta de ella y entrar en diálogo. En tal sentido quisiera mencionar el excelente trabajo de Elsa Tamez de haber hecho una lectura de Proverbios planteando una mejor visión de la teología de Proverbios. «La teología del éxito en un mundo desigual. Relectura de Proverbios», en RIBLA 30, 1998, pp. 25-34.
[18] Arturo Roig, filósofo argentino, señala al patriarcalismo como la base y fundamento de toda asimetría e inequidad ya sea que se manifieste en la injusticia económica, social, de género, cultural, etc. En esta relación básica de señor y siervo está la categoría fundamental de la opresión: «el señor juega como generador de un sistema categorial. En la medida en que detenta el poder, es patriarca (páter-arjáios), y en cuanto lo ejerce, pone en acto el patriarcalismo. Y de ese núcleo fundante se derivan luego todos los modos de ejercer la función de centro, es decir, de dominio, en relación con los otros: logocentrismo, androcentrismo, etnocentrismo y hegemonismo». Caminos de la filosofía latinoamericana, Zulia: Universidad de Zulia, 2001, p. 101
[19] «Bíbical Vision of an economy of enough» en Power to Resist and Courage to Hope. Caribbean Churches Living Out the Accra Confesion, pp. 41-44.
[20] «Aportes teológicos sobre el agua», La Voz 55, 2011
[21]«¿Vivir mejor o el ‘buen vivir’?, en http://www.servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=321
[22] Aspecto detalladamente estudiado por René Krüger en su tesis doctoral, Dios o el Mamón: Análisis semiótico y hermenéutico del proyecto económico y relacional del evangelio de Lucas, Buenos Aires, Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos, 1987.
[23] Elsa Tamez, Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos. Costa Rica: DEI, 1993, p 113 (La cita puede no ser literal que fue retraducida del inglés al español).
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