Primer Domingo de Adviento
27 de noviembre de 2016
Preparado por Mujeres del Distrito Paraguay
Bienvenida
Sean bienvenidos/as a este momento de celebración.
Hoy nos encontramos para celebrar el primer domingo de Adviento. Con el Adviento se inicia un nuevo año de la Iglesia. El tiempo de Adviento es el período de cuatro semanas antes de la Navidad. Es un tiempo que nos habla del pasado, del presente y del futuro.
Adviento nos recuerda que vino el niño Jesús.
Adviento nos recuerda del Cristo que viene y está en medio nuestro.
Adviento nos recuerda del Cristo que vendrá para juzgar.
Como símbolo para este tiempo, tenemos la corona de adviento.
Cada vela de la corona simboliza una de las cuatro semanas. En el inicio la corona está sin luz, sin brillo, sin vida: así nos recuerda la experiencia de la oscuridad en el pecado.
A medida que nos acercamos a la Navidad, cada semana del Adviento, una nueva vela va siendo encendida, representado la aproximación de la llegada de nuestro Señor Jesús, que es a luz del mundo.
La corona de Adviento es un círculo y no tiene principio, ni fin. Es interpretado como señal del amor de Dios que es eterno, no tiene principio y ni fin. El círculo también simboliza el amor de las personas a Dios y al prójimo que nunca debe terminarse, llegar al fin. También, el círculo nos trae la idea de un ¨eslabón¨ de unión que une a Dios a las personas, como un gran ¨alianza¨.
Verde es el color que representa la esperanza, la vida. Dios quiere que esperemos su gracia, su perdón misericordioso y la gloria de la vida eterna al final de nuestra vida terrena. Las ramas verdes recuerdan las bendiciones que recibimos de nuestro Señor Jesucristo.
La primera vela es de la penitencia y de la conversión;
La segunda vela es del testimonio y de la fe;
La tercera vela es de la alegría;
La cuarta vela es de la enseñanza y de la luz.
Mientras se canta la canción ¡Arriba los corazones! (Canto y Fe nº 4), se enciende la primera vela de la corona.
Invocación
Celebramos este culto en el nombre de Dios, que viene a nosotros, en nombre su Hijo Emanuel, Dios con nosotros y en el nombre del Espíritu Santo que nos anima cada día. Amén.
Lectura del salmo:
Para la lectura del Salmo 122 proponemos que se lo haga en forma antifonal, pudiendo seguirse el siguiente esquema (la idea de hacerlo antifonal radia en el hecho de que sea la comunidad toda la que clama y afirma el deseo de paz):
Oficiante: ¡Qué alegría cuando me dicen: «Vamos al templo del Señor»!
Jerusalén, ¡ya estamos dentro de tus puertas!
Comunidad: Que haya paz en ti
Oficiante: Jerusalén, ciudad construida para que en ella se reúna la comunidad. A ella vienen las tribus del Señor para alabar su nombre.
Comunidad: En ella están los tribunales de justicia, los tribunales de la casa real de David.
Oficiante: Digan ustedes de corazón:
Comunidad: «Que haya paz en ti, que vivan tranquilos los que te aman. Que haya paz en tus murallas; que haya seguridad en tus palacios.»
Oficiante: Y ahora, por mis hermanos y amigos diré: «Que haya paz en ti. Por el templo del Señor nuestro Dios, procuraré tu bien.»
Comunidad: Que haya paz en ti
¡VENGAN ADOREMOS AL SEÑOR!,
Gloria al Padre que es fuente de toda bendición;
gloria a Cristo, su Hijo, que nos da la Salvación,
y al Espíritu Santo que nos une en comunión.
Oración de Confesión. (Individual y comunitaria)
Momento de Silencio
Proponemos un tiempo en silencio para poder orar en forma personal. Confensándonos con nuestro Dios y colocando delante de Él todas nuestras situaciones de pecado en relación a Dios y a nuestro prójimo. (dejar un minuto de silencio aprox)
Querido y amado Dios, sabemos que no nos son revelados ni el día ni la hora de ciertos acontecimientos, ni el día ni la hora de nuestra muerte, ni el día ni la hora de Tu venida. Pero sentimos que ahora es el momento de confesar nuestro pecado a Ti. Te confesamos que no conseguimos estar a cada segundo atentos a tu palabra, que no conseguimos anunciar tu Reino de justicia, paz y amor en forma constante. Nos falta en muchas oportunidades más firmeza y seguridad. Muchas veces parecemos como una luz de esas guirnaldas navideñas que se encienden y se apagan, y se vuelven a encender y se vuelven a apagar. No conseguimos mantenernos constantes y firmes en nuestra vida cristiana. Los desafíos, las dificultades a veces nos apagan. Nos apagan el amor, la fe, la solidaridad, la esperanza. Por todas esas oportunidades personales y comunitarias en las que dejamos que nuestra luz disminuya o desaparezca te pedimos perdón Señor. Así también perdona todo lo confesado en silencio pero que tu oído divino ha escuchado. Por eso, pidiendo misericordia y perdón, te cantamos: SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS!!!
Oré Poriahú, verekó Ñandejara (x2)
Oré Poriahú verekó Jesucristo (x2)
Anuncio del perdón
“Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias” Marcos 1:15
Que estas palabras sirvan de perdón de todo aquello que ha sido confesado con sinceridad y arrepentimiento.
Felices las personas a quienes sus pecados le son perdonados
¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS!
Gloria, gloria, gloria, en las alturas a Dios.(x2)
Y en la tierra paz para aquellos que ama el Señor.(x2)
Oración de colecta
Dios del amor, que enviaste a tu Hijo a este mundo, en este tiempo de Adviento queremos escucharte, aún en medio de todo aquello que muchas veces nos distrae. Que no deja escucharte ni escuchar a nuestro prójimo, como el ruido de las ciudades, del trabajo, de las maquinarias, los gritos. Pero queremos escucharte a Tí, Señor. Muéstranos a través de tu palabra el camino que nos lleva a la liberación plena, que nos lleva a la alegría, que nos lleva a la verdadera VIDA. Que nos guía a seguir encontrándote en medio nuestro. Guíanos Señor, pues precisamos de Ti, háblanos ahora con tu palabra, tenemos sed de Ti, Amén.
Canto: La palabra del Señor es recta (Canto y Fe, nº 110)
Lectura Bíblica: Isaías 2:1-5
Romanos 13:11-14
La palabra de Señor (Canto y Fe, nº 431)
Credo Apostólico:
Como respuesta a su palabra, confesemos nuestra fe con las palabras del Credo Apostólico:
Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra del Espíritu Santo, nació de la virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa iglesia cristiana, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.
Canto: El Dios de paz (Canto y Fe nº3)
Predicación: San Mateo 24:37-44
Símbolo:
Se propone como símbolo para esta reflexión un arado y una máquina manual de plantar/sembrar (de las que se usaba antes). En los lugares donde no se consigue un arado y máquina de plantar, la misma puede ser puesta dibujada en una cartulina y puesta frente al altar. Estos dos símbolos pretenden ser la expresión de compromiso hacia este “nuevo tiempo”, el tiempo de adviento, pensando que la “preparación o el estar despiertos” implica comprometerse con el “nuevo mundo de Dios” nuevamente inaugurado con el nacimiento de Jesús.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo nos acompañen, ahora y siempre. Amén.
Escuchemos lo que nos dice el Evangelio Según San Mateo 24:37-44 para este 1º domingo de Adviento:
El texto del Evangelio de Mateo nos habla del fin de los tiempos, de qué pasará, pero más aún de lo que está pasando haciendo una descripción de una realidad contraria al Reino de Dios. Por otro lado nos quiere advertir de falsos profetas, de falsas ilusiones y falsas promesas, nos indica y enseña las señales que debemos tener en cuenta, para que no nos dejemos engañar cuando nos dicen que Jesus viene o que el fin del mundo será en tal o cual fecha, en o tal o cuál lugar.
Muy claramente nos alerta que debemos estar preparadas y preparados para la venida de nuestro Señor, y ésta es la tarea especial que tenemos los cristianos en este tiempo de adviento: ¡prepararnos!
En este sentido les invitamos a reflexionar sobre: “qué significa estar preparados”, “cómo prepararnos”, “cómo mantenernos despiertos”…
El Apóstol Pablo nos dice “tengan en cuenta el tiempo en que vivimos”, ¿En qué tiempo vivimos?, ¿Cómo está el mundo en que vivimos?, ¿Es este el tiempo y el mundo con el que Dios ha soñado? (Se puede invitar a las personas que compartan sus ideas al respecto)
Dios no soñó con guerras, peleas, familias destruidas, niños y ancianos abandonados, opresiones y represiones… la lista podría continuar con muchas más situaciones que a toda luz NO son lo que Dios ha querido ni quiere…
En este mundo, Dios vuelve a regalarnos un nuevo tiempo: El tiempo de Adviento. Tiempo para mirar a nuestro alrededor, tiempo de observar, analizar y ponernos en movimiento…
Tomando las palabras de los textos bíblicos que hemos leído, podemos decir que es tiempo de despertarse y estar preparados para este “nuevo tiempo”, ´el día ya amanece, por ello revistámonos de luz para que la luz ilumine nuestro mundo ensombrecido y no nos quedemos en el letargo, más bien busquemos caminos que nos lleven al encuentro con los demás y así juntos transformar nuestra realidad´.
Adviento significa un nuevo tiempo donde “el Príncipe de Paz” se acerca. El tiempo de paz, justicia, amor y esperanza se mezcla con nuestro tiempo y lo quiere transformar y por sobre todo transformarnos a nosotros.
Es tiempo de ´transformar armas en arados y hoces´; transformar elementos bélicos en medios para el sustento de la vida. Transformar lo que nos lleva a la muerte, en esperanza de vida.
Tenemos aquí frente al altar un arado; una herramienta que se usa para preparar la tierra. Una tierra dura necesita ser aflojada, removida, para que de ella pueda salir un buen fruto.
Esta sembradora manual (Plantadeira, Pflanzmaschine) (que seguro nos remonta a viejos tiempos, algunos jóvenes ya ni lo conocen), nos recuerda que si el agricultor no se pone en movimiento para sembrar no podrá cosechar.
Así mismo como el agricultor se esfuerza en remover la tierra, seleccionar las semillas y se pone a sembrar, nosotros también estamos invitados, llamados a mantenernos despiertos dentro de una realidad que muchas veces parece una tierra dura, removerla, prepararla, trabajar y sembrar nuevas semillas: de Paz, justicia, verdad, amor, esperanza.
Adviento es tiempo de soñar, es tiempo de transformación, de espera, por eso digámonos mutuamente: “Que alegría Cuando Me Dicen: ¡Vamos al templo del Señor! (Salmo 122)… y con la esperanza puesta en Dios confiemos en él y no dejemos de ser “arado y hoz” en este nuevo tiempo –tiempo de adviento- para que la venida del reino de Dios sea plena… “El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. ¡Vamos, caminemos a la luz del Señor!” (Isaías 2:2-5) Amén.
Canto: Renacer (Canto y Fe nº 239)
Oración de Intercesión
Señor nuestro Dios, te damos gracias por habernos convocado a participar de éste culto. Gracias porque estamos nuevamente en el Adviento y así podemos tener un tiempo para pensar, un tiempo para esperar.
Pensar en que tu Hijo vino humilde a éste mundo y así recordar que somos invitados a imitar esa humildad cada día de nuestras vidas.
Pensar en que ese niño Jesús es la luz de éste mundo y así recordar que siempre tendremos esa luz para que nos guíe en medio de las oscuridades de nuestros días, oscuridades que muchas veces nosotros mismos como seres humanos nos hemos colocado.
Que este tiempo de adviento nos ayude a tomar conciencia de las verdaderas necesidades y que podamos buscar las soluciones y encontrarlas, y compartirlas.
Oramos Señor por cada una de nuestras familias, para que Tú las cuides y las protejas. Oramos por nuestras comunidades cristianas para que tengan fuerzas de seguir predicando tu mensaje. Oramos por los gobiernos de nuestros países para que gobiernen con justicia. Oramos por todos los que necesitan de solidaridad, compasión, consuelo, compañía; tómanos como instrumentos tuyos para aliviar los dolores y llevar paz y alegría.
Oramos por tu creación, la humana, la vegetal, la animal, la mineral. Que toda ella pueda encontrar paz y sea preservada porque es tu obra Señor.
Guíanos y mantennos despiertos siempre trabajando para tu obra y que cada día podamos sentir que hemos sido buenos trabajadores.
Y ahora Señor elevamos como comunidad nuestra oración con las palabras de aquel que enviaste, que ya conocemos y que al mismo tiempo seguimos esperando, aquel que nos enseñó a orar diciendo
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo.
El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy;
y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros perdonamos a nuestros deudores;
y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal,
porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
Bendición
Que Dios nos bendiga con el don de su justicia,
para abrir caminos nuevos proclamando la buena noticia de su llegada.
Que Dios nos bendiga con el don de su paz,
para alimentar la esperanza de un mundo nuevo cuyo nombre es “solidaridad”.
Que Dios nos bendiga con el don de su amor,
para defender la vida que tenemos y la que está viniendo,
como una pequeña luz en medio de la oscuridad.
Amén.
Anuncios, Ofrenda y Canto: Enviado soy de Dios (Canto y Fe nº 150)
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