Por eso no nos desanimamos, porque Dios, en su misericordia, nos ha encargado este trabajo. Hemos rechazado proceder a escondidas, como si sintiéramos vergüenza; y no actuamos con astucia ni falseamos el mensaje de Dios. Al contrario, decimos solamente la verdad, y de esta manera nos recomendamos a la conciencia de todos delante de Dios.
2 Corintios 4,1-2
Hoy, el apóstol Pablo nos invita a no desanimarnos ni desistir de la tarea que se nos ha encomendado. A pesar de los desafíos y dificultades que puedan surgir, es esencial mantenernos firmes y perseverantes en la proclamación del evangelio y en el servicio a los demás. Esta perseverancia refleja nuestra fidelidad a Cristo y a su llamado a ser sus testigos en el mundo.
También nos recuerda que nuestra misión está basada en la misericordia de Dios. No estamos llamados a predicar o servir por nuestros propios méritos, sino en virtud de la gracia que hemos recibido de Dios. Reconocer esta realidad nos lleva a depender completamente de Él y a confiar en su poder y provisión para llevar a cabo su obra en nosotros y a través de nosotros, con integridad y sinceridad en nuestra labor.
Esta tarea es crucial para cumplir el propósito de Dios de reconciliar al mundo consigo mismo a través de Jesucristo. Nosotros tenemos el privilegio y la responsabilidad de colaborar en esta obra divina. Estamos llamados a participar activamente en la expansión del reino de Dios en la tierra, trabajando para que su voluntad se cumpla “en la tierra como en el cielo”.
Leonardo Calderón