Sábado 11 de octubre

 

Recuerda a los otros y recomiéndales delante de Dios que hay que evitar las discusiones.

 

2 Timoteo 2,14

 

Pablo recuerda a Timoteo que no se debe involucrar en discusiones, ya que alguien que cree en Dios debe ser bondadoso, comprensivo y paciente con todos; debe ser capaz de enseñar el buen trato con ternura incluso a aquellos que se oponen a la verdad. Enseñar las palabras de Dios puede ayudar a cambiar las malas actitudes de algunas personas. Dios tiene el poder de transformar el corazón de las personas si aprendemos y compartimos la verdadera palabra, lo que puede llevar a la reflexión y apartar del mal camino del maltrato, la violencia verbal y la soberbia.
Debemos esforzarnos por ser aprobados por Dios como obreros que no tienen de qué avergonzarse, manejando con precisión la palabra de verdad.
Reflexionemos antes de hablar; ¿por qué necesitamos hablar mal de otros, buscar lo negativo en todos, mencionar los errores ajenos, usar palabras vacías? Cada vez que nos dispongamos a hablar, debemos pensarlo dos veces: ¿Contribuirá lo que digo? ¿Será para el bien o restará o dañará a alguien?
Acostumbrémonos a hablar con palabras amables y a escuchar antes de discutir. Hablemos de amor, paz y fe, y entonces todo cambiará. Realicemos una siembra cuidadosa con nuestras palabras para cosechar buenas actitudes de amor y fe, siguiendo el ejemplo de Jesús.
“Oye atento la enseñanza, abre bien tu corazón, pues entonces su palabra buena tierra en ti hallará” (Canto y Fe número 287).

 

Mónica Rockembach

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