En Cristo, Dios nos había escogido de antemano para que tuviéramos parte en su herencia, de acuerdo con el propósito de Dios mismo, que todo lo hace según la determinación de su voluntad.
Efesios 1,11
Cuando uno hereda, puede ser tanto una bendición como un problema. ¿Qué sucede si heredas sin saber lo que te espera? Puede ser una casa impresionante o una gran deuda. Lamentablemente, lo que escucho con más frecuencia cuando se trata de herencias son disputas. Quién hereda, qué recibe y cuánto. La herencia a menudo se siente como una gran responsabilidad. ¿Quién quiere perder el reloj favorito de su abuelo? ¿O quién está dispuesto a arriesgar la casa de la infancia?
Como cristianos, todos somos considerados herederos designados por Dios, aunque la herencia en sí aún esté pendiente. El Espíritu Santo es como un adelanto de nuestra herencia. ¿Cómo te sientes acerca de esta bendición? Para mí, es un sentimiento grandioso ser elegido por Dios como heredera.
Me siento comprometida y valorada. Como heredera, tengo la responsabilidad de preservar la creación de Dios. Tengo la responsabilidad de predicar el evangelio. Tengo la responsabilidad de vivir y actuar de acuerdo con el mandamiento «Ama a tu prójimo como a ti mismo». Todo esto, desde ahora en adelante.
Porque todo esto ya está dentro de mis posibilidades gracias al adelanto. Al mismo tiempo, sé que la herencia completa, la liberación total, todavía está pendiente. ¿Cómo será esta herencia de Dios? Mi concepto de esta herencia se ve de la siguiente manera: perdón. Sanación. Confianza. Plenitud. Amor eterno. Y de una cosa estoy segura. La herencia de Dios no es una maldición, sino una bendición increíble y maravillosa.
Annika Wilinski