Luego los vendré a buscar y los llevaré a una tierra igual a esta, una tierra de trigo y vino, tierra de pan y viñas, tierra de aceite y miel. Así vivirán en vez de morir de hambre. Pero no escuchen a Ezequías, que los engañó diciéndoles que Yavé los librará.
2 Reyes 18,32 (BLA)
Promesas de un futuro mejor hechas en un contexto de guerras y amenazas. Este texto narra sucesos de una antigüedad de dos mil setecientos años pero desgraciadamente no ha perdido vigencia.
Antiguamente como hoy, los que dominan imponen sus condiciones, entregar los bienes, renegar de las creencias, perder la identidad. Todo incita a “bajar los brazos” y a la desesperanza.
Debemos sobreponernos y no seguir los consejos que nos llevan por malos caminos. En el pasado, consultaban y acataban las propuestas e imposiciones del enemigo y actualmente aceptamos las mentiras de la sociedad a través de los medios, con desánimo pero también mansamente. Tendríamos que buscar una conquista más duradera e importante que es la del reino de Justicia; tarea que parece imposible a nivel individual pero factible si logramos contagiar a otros y trabajamos comunitariamente.
Para ello tenemos la palabra como guía: Dios es el gran educador, y su pedagogía se manifiesta en el decurso de la historia como en el de las etapas sucesivas de nuestra propia vida. (La Biblia Latinoamericana).
María Teresa Rolón
2 Reyes 18,13-37