Así dice el Señor, tu redentor, el Dios Santo de Israel: “Yo soy el Señor tu Dios; yo te enseño lo que es para tu bien, yo te guío por el camino que debes seguir…”

Isaías 48,17

¿Qué camino debo seguir? ¿Cuál será la mejor decisión? Cuántas veces nos habremos hecho estas preguntas y, cuántas

veces habremos dejado de hacérnoslas…

La angustia, el estrés y el cansancio nos llevan a decir o reaccionar de cierta manera impulsiva de la cual después nos arrepentimos. ¡Sepamos arrepentirnos rápido y pedir disculpas en el momento! No dejemos para mañana el liberarnos de ese peso del mal que hicimos. Ya sentimos esa angustia dentro de nosotros, sabemos lo que tenemos que hacer… ¡Hagámoslo! Nadie te va a recriminar un “Lo siento, perdón, no quise decirlo…” Y si no viene el perdón de la otra parte, pues bien, nosotros habremos puesto el corazón de nuestra parte y quedaremos abiertos a la oportunidad de recibir el perdón, aunque sea tácito, de la otra parte.

Un consejo que me ha servido siempre fue: “No tomes decisiones o respondas algo en caliente”. Pausa, baja un cambio y piensa en me-dio de tu enojo, rabia y a veces, impotencia. Contener tus palabras y acciones por unos instantes traerá consecuencias muy positivas para ti y para las personas con quienes convives.

Una canción muy hermosa dice:

Cada cosa en la vida tiene su justo lugar; cada cosa tiene un tiempo para hacerse realidad. Es por eso que preciso que me enseñes a mirar lo que tengo por delante y el presente que está acá. Enséñame a vivir el hoy de tal manera que mañana no tenga que reprocharme el ayer.

Tiempo de nacer, tiempo de morir; tiempo de llorar, también de reír. Tiempo de buscar, tiempo de perder; tiempo de saber lo que hay que hacer. Es por eso que preciso que me enseñes a vivir y a no equivocarme cuando tenga que elegir.

Osmar Brassel

Isaías 48,12-22

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print