Nada que venga de afuera puede contaminar a nadie. Lo que contamina a la persona es lo que sale de ella.

Marcos 7,15 (RVC)

Para entender el texto en su plenitud debemos leerlo entero hasta el versículo 23. En primer lugar Jesús responde a los fariseos y escribas, luego Jesús realiza esta afirmación a toda la gente y finalmente Jesús da respuesta a sus discípulos en privado explicándoles la parábola.

Este pasaje nos enseña lo perjudicial que resulta poner la tradición a la misma altura e incluso por sobre la Palabra de Dios. En este caso, queriendo mostrar que el mal está fuera del hombre y no en su corazón pecaminoso y caído. En este sentido la Biblia es categórica. Basta leer los primeros capítulos de Romanos. Allí, el apóstol Pablo, nos da un retrato vívido y descarnado de nuestra condición espiritual, como género humano caído.

No somos “buenos” y de vez en cuando nos portamos mal, somos “malos” por naturaleza. Solo Dios puede cambiar nuestro corazón de piedra por un corazón de carne. Solo Él puede obrar el milagro de la regeneración, pues antes de ese momento en nuestra vida, solo estamos muertos en nuestros delitos y pecados. Toda otra propuesta no es más que Humanismo Antropocéntrico.

Hoy te invito, hermano, a que reconozcas que no solo eres un “pecador”, sino un “pecador sin esperanza”, para que Él pueda obrar la maravillosa transformación en tu vida y tú dejes de querer encontrar la salvación por medio de tus méritos.

Así, por tus frutos y por las palabras que salen de tu boca, las cuales son prueba de lo que abunda en tu corazón, serás conocido.

Omar Darío Dalinger

Mateo 7,1-15

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