Sábado Santo

Vinieron, pues, los soldados, y quebraron las piernas al primero, y asimismo al otro que había sido crucificado con él. Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.

Juan 19,32-34

El texto bíblico nos recuerda lo sucedido tras la muerte de Jesús. ¿Por qué les quebraban los romanos las piernas a los crucificados? Para acelerar su muerte por asfixia. Cuando llegaron a Jesús no le quebraron las piernas porque, claramente, ya estaba muerto.
¿Por qué se recuerda este hecho? Para entender este porqué debemos recordar una de las consignas que recibe Moisés sobre cómo se debe celebrar la pascua y preparar al cordero pascual. Leemos, por ejemplo, en Números 9,12: “No dejarán del animal sacrificado para la mañana, ni quebrarán hueso de él; conforme a todos los ritos de la pascua la celebrarán”.
Con este dato el evangelista quiere hacer resaltar que Jesús es el verdadero cordero de la pascua, sin manchas y sin defecto. Todos los datos que nos brinda el evangelista apuntan a este hecho. Jesús muere a las tres de la tarde, hora en que en el templo era sacrificado el cordero de la pascua. Un soldado le traspasa el corazón de Jesús: “al instante sale agua y sangre”. En la pascua judía, el sacerdote luego de degollar al corderito pascual, debía limpiar todo el altar con agua. Sus huesos nunca eran quebrados.
Es por eso que cantamos, justamente en la liturgia de la Santa Cena, ¡Oh Cristo, Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros!

Sergio A. Schmidt

Juan 19,31-42

Compartir!

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp
Email
Print