Si me tardo, sepas cómo conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.
1 Timoteo 3,15
Todo este capítulo es un marco referencial en el cual se deben desarrollar los ministerios en la iglesia.
Me surge la pregunta: ¿en cuáles espejos nos hemos mirado de niños/as; qué veíamos en las personas que admirábamos? Los/as invito a pensar en este día.
El versículo elegido nos invita a ser perseverantes, a fin de sostener acciones concretas de generosidad, humildad y compasión. Éstas son propuestas de vida.
Timoteo, para abrazar su vocación, tuvo dos claros referentes: su abuela Loida y su madre Eunice (2a Timoteo 1,5). Esas dos mujeres incidieron en su primera etapa de vida al punto que, posteriormente, Timoteo acompañará al apóstol Pablo en sus viajes de misión. Y esta experiencia fortalece la vocación pastoral de Timoteo.
De vuelta: ¿en qué espejos nos hemos mirado? ¿Quiénes fueron o son nuestros referentes de fe y esperanza?
Así como Dios puso a dos mujeres en la primera formación de Timoteo, Dios pone también en nuestro camino personas que nos ayudan a moldear nuestra vocación.
Que Dios nos ayude a ser agradecidos/as a nuestros referentes y también por lo que la iglesia hoy puede brindar para la formación de niños/as, adolescentes, jóvenes y adultos.
Wilma E. Rommel