Pues cuando nosotros éramos incapaces de salvarnos, Cristo, a su debido tiempo murió por los pecadores.
Romanos 5,6

El Espíritu Santo es dado a todo creyente, no solamente a algunos. Confirma en forma viviente la realidad del amor de Dios en el corazón de cada creyente. Esto es amor de Dios para con nosotros y no nuestro amor para con Dios. Necesitamos ser conscientes del hecho de que Dios nos ama; recordar este hecho nos da estabilidad y felicidad interior. Este amor, solo el Espíritu Santo nos puede hacer comprender y ver en Cristo. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros y envió a su hijo por nuestros errores.” (1 Juan 4,10)
Dios nos ama, indiferentemente de quiénes somos o lo que hayamos hecho. No hay nada que podamos hacer que pueda impedir que Dios nos ame. Sin embargo, es verdad que podemos llegar al extremo en que no experimentemos el amor de Dios. Por ejemplo, no podemos impedir que el sol brille, pero sí podemos apartarnos de la luz del sol. Aunque cualquier factor evite que alguien experimente el amor de Dios, Él aún nos ama.
Dios demostró su amor por la humanidad, entregando a su hijo para que muriera en la cruz. Él pagó la deuda de todos y un Dios Santo salvará a cualquiera que acuda a Él creyendo en Jesucristo. Es necesario llegar por el camino indicado por Dios. No podemos llegar al Padre por nuestro propio camino, sino por el camino que Él ha provisto mediante Jesucristo.
Quédate con nosotros, Señor de la esperanza, el mundo que tú amas hoy lucha por vivir, y aunque a veces dudamos de tu presencia en casa, no dejes que la noche nos sorprenda sin ti. (Canto y Fe N° 360)
Romanos 5,6-8

Mónica B. Rockembach

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